Cada día veo que la soledad se va haciendo permanente en el ser humano. Son muchas las instancias en las cuales se ve a las personas buscando un sentido a su existir, algo que no se produce por situaciones propias, sino más bien se van desarrollando porque estamos colocando barreras, o simplemente escondiendo lo que estamos sintiendo, o porque no, por no encontrar en los otros alguien en quien confiar.
Toda nuestra vida es algo que está llena de zozobras, de tristezas, de desapegos, de no encontrar el amor, de desilusiones, pero no encontramos lo maravilloso que es tener un niño en los brazos, lo hermoso que es esbozar una sonrisa, mirando la vida, en las cuales estamos sumergidos, hay un afán por buscar fuentes que escondan toda clase de sentimientos, u otros esconden en el alcohol, o la droga todas sus frustraciones o sus soledades.
Démonos un tiempo para mirar nuestra propia vida, sacando de sí todo sentimiento o vacío que encontramos que nos aleja del verdadero amor ese que involucra todo el existir, del cual fluyen fuentes, o ansias de sentir la mano amiga, el abrazo sincero, o el hombro donde descargar el llanto que oprime. Siempre veo la enseñanza de Jesús, esa en la cual él se hace el más pequeño, para engrandecer al hombre o mujer, el que busca dar consuelo, dejando de lado sus cansancios, el que se involucra en el dolor, para poder a través de la oración reparar el daño que causa, esa angustia, su cercanía tan atenta no mirando al que se ayuda o se sirve sino más bien buscando la felicidad o aliviando el dolor de la persona.
Hoy en que todo se relativiza incluso la vida, encontremos caminos que ayuden a dar un sentido profundo de esperanza o seamos luces que ayuden a otros a encontrar en cada persona una mano amiga o una esperanza de vida, transformemos este mundo, poniendo énfasis y la confianza en el ser humano, ese que alimenta con todo fruto de bienes este Reino de Dios.
Nuestra patria está sumida por todos estos acontecimientos que nos han llevado a dimensionar y mirar la vida con otros ojos por el dolor de tantas personas que han perdido la vida de un ser querido y otros en este encierro que en muchos han producido depresión y tantos niños que no han podido salir a recrearse, el cual debe hacernos mirar hacia donde caminamos, que estamos construyendo.
Siempre es bueno sacar enseñanzas de personas que se han sentido llamadas a acoger las enseñanzas de Jesús, mirando al hermano que sufre y como uno se puede involucrar en llevar consuelo, esperanza, amor; pero de sobremanera el que ellos se sientan involucrados y dignificados como personas a pesar de sus carencias de que ellos son los predilectos de Dios y colocar en la sociedad una dimensión de solidaridad para construir lazos de esfuerzos para dignificar la vida y las personas, que si todos colocamos un granito de arena, este hermoso país acabaría con las desigualdades, con la marginalidad, con las injusticias, con la miseria.
Porque debemos tener claro que cuando se vuelva a la normalidad encontraremos más pobreza, mas cesantía, más empresas cerradas, menos fuentes de trabajo y personas más endeudadas en lo cual va a costar años volver a salir a flote por eso debemos crear economías solidarias siendo más conscientes en el dar y no en el abusar como ha sido permanente en todos estos años que los ricos son más ricos.
El esfuerzo deben hacerlo lo que más tienen buscando la igualdad con leyes que vayan en auxilio permanente en los más pobres, con políticos que vean más allá de sus ideologías o pensamientos de economía de mercado que se la jueguen por completo en el bienestar de todos, no de un grupo determinado como ha sido siempre ayudando a la banca y a los que tienen más.
Hugo Ramírez Cordova.