La elección de José Antonio Kast como presidente de Chile, pone a la provincia del Limarí en un punto de inflexión. No es solo un cambio de nombres y de cuadros en la pared de calle Socos, sino de una redefinición de las prioridades para una zona que hoy se siente asediada por dos frentes críticos: la sequía estructural y la creciente inseguridad. El nombramiento de la próxima autoridad presidencial en nuestra provincia, no es ni debe ser mirado como un mero trámite administrativo; será la primera gran señal de cómo el nuevo gobierno pretende abordar las urgencias de nuestro territorio.
En este escenario, existen factores claves que el Ejecutivo no puede ignorar si quiere evitar un debut accidentado, como ya ha ocurrido en otras ocasiones. El primero, y quizás el más urgente, es la «Crisis del Agua».
El nuevo gobierno debe tener claro que el o la próximo(a) Delegado(a) debe ser un entendido en materias hídricas. Limarí requiere a alguien que los regantes, las comunidades de aguas y el mundo criancero ya conozcan y, sobre todo, respeten. Una apreciación indadecuada de interpretación técnica o una falta de empatía con el mundo rural en esta materia, tiene un potencial de deteriorar socialmente la provincia. Aquí, es de sentido común que sea sin curva de aprendizaje.
En segundo lugar, la Seguridad Pública fue el leitmotiv de la campaña y que ahora, debe plasmarse en la realidad. La violencia delincuencial, tanto en el radio urbano de Ovalle, y el progresivo aumento de este fenómeno en los sectores rurales, obliga a que el perfil de la nueva autoridad sea el de alguien que actúe con firmeza, pero sin autoritarismo y que tenga una gran capacidad de gestión y coordinación técnica superior con Carabineros y la PDI. Los limarinos y limarinas esperan que el discurso de “Orden” se traduzca en operativos concretos y una presencia territorial que disuada al crimen organizado que ha comenzado a asomarse en la zona.
Sin embargo, la política también es un juego de equilibrios. Tradicionalmente, la arquitectura del poder regional dicta que si el Delegado Regional pertenece a un partido de la coalición, la jefatura provincial del Limarí suele recaer en otra colectividad del mismo pacto. Mantener esta «paz interna» será vital para que las nuevas autoridades actúen como bloque frente a los desafíos que vendrán.
Los ámbitos de la apuesta
El futuro gobierno de Kast en la provincia del Limarí y la región de Coquimbo se enfrenta a una gran disyuntiva. Para buscar paz social y una gestión eficiente, la mirada debería volcarse hacia gente con experiencia en la zona, que cuenten con el respeto público y redes vigentes, pues de esta manera se podría aspirar a una mejor gobernabilidad.
Por el contrario, si la intención es marcar una diferencia política ideológica, es muy probable que, como ha ocurrido en administraciones anteriores, veamos la llegada de un «rostro nuevo» proveniente de los equipos de campaña de la capital regional. Esperemos que no sea así.
Respecto a esto, varios nombres ya suenan, entre ellos tres ovallinos: Francisco Corral Macías, María Verónica Pizarro y Roberto Vega Campusano.
Lo que sí tiene que tener presente el nuevo Gobierno, es que el Limarí no tiene tiempo para experimentos ni para improvisaciones. Quien asuma la Delegación Presidencial Provincial tendrá sobre sus hombros la responsabilidad de dar respuestas a sectores productivos con serios problemas debido a la sequía y a una ciudadanía que exige recuperar la tranquilidad de sus calles. La moneda está en el aire, y la elección del nombre dirá mucho más que mil discursos sobre lo que Combarbalá, Monte Patria, Ovalle, Río Hurtado y Punitaqui, pueden esperar de este nuevo ciclo político.
Por Equipo OvalleHOY.cl

