¿Qué tienen en común escuelas Lucila Godoy Alcayaga (Coquimbo), República de Grecia (Las Cabras), Emilia Romagna (Traiguén) Diego Portales (Laguna Blanca), Cuncumén (Salamanaca) Arturo Villalón (Cerrillos)?. MERITO.
Escuelas cuyas familias en su mayoría se encuentran en situación de vulnerabilidad ,con un niveles socioeconómicos bajos o medio bajo, muchas de las cuales tienen hijos o hijas que tiene dificultades de aprendizaje, conductuales etc, Estos colegios – y otros por supuesto – han sido capaces de mejorar su administración, su gestión y sus niveles de aprendizajes evidenciados en resultados de mejoramiento continuo a través de SIMCE o PSU ( si gusta o no, es otra discusión) . Estos colegios que han logrado buenos niveles de aprendizajes lo han hecho en un periodo de mejoramiento continuo no menor a cinco años y saben qué, NO SELECCIONAN A SUS ESTUDIANTES ni antes de la ley de inclusión ni menos después. Este el verdadero mérito, mérito de los directivos, de los docentes sobre todo, de los/as estudiantes.
Existen otros colegios de excelencia, particulares subvencionados y pagados que durante años dejaron de lado a las familias con menos recursos, con menos capital cultural, que no aceptaban estudiantes con discapacidad o dificultades de aprendizaje o conductuales y obtenían – y obtienen – excelentes resultados. Bien por ellos. Sin embargo para ellos las felicitaciones y para los municipales las penas del infierno por no tener resultados en esa lógica de la comparación odiosa e injusta por donde se le mire.
Ahora bien, la ley de inclusión viene a emparejar un poco la cancha por cuanto no permite que aquellos colegios elijan a quienes educan porque es simplemente injusto. En los colegios municipales estamos preparados para seguir recibiendo a todos/as sin distinción de ningún tipo; así deberían estar todos los demás colegios, subvencionados y pagados , dispuestos incluso a relacionarse con familias ”distintas”. Así todos entregamos lo mejor de cada uno y damos las mismas oportunidades a todos y todas. Eso es el mérito verdadero: educar y obtener resultados independiente de las capacidades o talentos, independiente de las dificultades sociales, culturales o económicas de las familias. Eso es mérito. Así debe ser, como las escuelas nombradas en el párrafo inicial.
Pero volvamos al sistema de admisión. Hoy las familias pueden decir me gusta ese proyecto educativo , eso es lo que deseo para mi hijo/a . Esto obliga sanamente a los colegios – sobre todo a aquellos que trabajan con estudiantes más vulnerables – a tener un buen proyecto educativo, a que se mejoren los procesos y que se logren aprendizajes de calidad lo que implica un compromiso y esfuerzo a todo nivel que no me cabe duda, es lo que se hace. Lo bueno es que ya no es el colegio que elije. Entonces ¿Cuál es el problema del cual se aferran algunos para criticar el sistema? Una simple ecuación: si deseo que mi hijo/a estudie en el colegio XXXX , lo postulo a través del sistema y resulta que hay 2000 familias postulantes a 10 vacantes que ofrece el establecimiento las posibilidades de quedar seleccionado/a quedan muy reducidas. Entonces termino diciendo que el sistema es malo y si además escucho a las autoridades que nada saben de educar en situaciones de vulnerabilidad y sólo hablan desde la demagogia y desde las alturas de sus posiciones sociales privilegiadas, entonces más afianzo mí desconfianza hacia el sistema y la ley de inclusión. Total si ellos lo dicen, así debe ser.
Pero ¡atención!, tampoco es posible , como sucede a algunas familias , que el sistema decida que mi hijo/a quede matriculado en un establecimiento cuyo proyecto educativo no me satisface o en un pueblo lejos. Esto es un error gigantesco del sistema que hay que corregir sí o sí y para eso están los tecnócratas que abundan y sobran en el ministerio y en las entidades que regulan estas situaciones.
Es una realidad que hay familias a quienes el sistema de admisión ha perjudicado, sin embargo se generaliza en situaciones específicas y se sacan ganancias políticas en esta práctica, pero nadie le pregunta a las familias que sí quedaron aceptadas en el colegio que querían si esto fue mejor a las ves que quizás postularon y quedaron fuera solo porque había alguna condición que al colegio no le satisfacía o iba en contra de sus intereses. Lamentablemente hablar de educación – y a veces de salud -es lo mismo que hablar de fútbol: todos nos creemos directores técnicos y en realidad no sabemos nada tácticas, ni de estrategias, ni lo que pasa en el camarín, pero todos tenemos derecho a opinar y si eso trae réditos políticos, mejor aún.
Un dato interesante: les invito a leer
la columna de Daniel Matamala. “Pedro Juan y Diego”, lo mejor que he leído
sobre educación, el sistema y el mérito. Le dejo el link para no dejarse
engañar con demagogia.
Carlos Ardiles Irarrázaval