
Así comienza uno de los más impactantes cuentos del poeta Ramón Rubina Gajardo, un vate ampliamente conocido en el género de poesía, destacados premios obtenidos, así lo acreditan. Hoy nos sorprende con una serie de cuentos, profundos cuentos, ambientados en un barrio. Sí, en un barrio. En este caso de nuestra ciudad, Ovalle .La mítica esquina de las calle Libertad / Portales y, el Mirador. Ya León Tolstoi decía,” escribe sobre tu aldea y escribirás sobre el universo”. Ramón reduce su universo a un rincón de Chile, una esquina de barrio y, en esa conjunción de calles, suceden las increíbles tramas de sus cuentos, los que nacen con una enorme profundidad emanada de la fértil imaginación y de su enorme sensibilidad de poeta laureado. “Era mi calle: Nacía como Maestranza y pasando por la alameda tomaba el nombre de Libertad: Yo vivía en ella, entre Portales y el Mirador que, junto a su paralela Vicuña Mackenna, en el paraíso de mi niñez, formaban la última manzana que la cuidad de Ovalle, ofrecía a sus habitantes” comienza así uno de sus potentes relatos. De los sesenta cuentos que contiene el texto, no sabría cuál sería el más impactante ,pues ahí descubrimos en ellos un sensible sentimiento de vivencias de niños pobres con limitaciones económicas serias pero con una fértil imaginación , para superar las dificultades y penurias de aquel lejano Ovalle, pequeño, silente ,atrasado social y culturalmente.
Al leer los textos fluye en mis recuerdos la Escuela Siete aquella ubicada en Portales esquina Vicuña Mackenna en donde en mi infancia de lobato, compartíamos con niños aún más pobres, en donde muchas veces por pudor nos sacábamos los zapatos, más bien las chalas para ser uno de sus iguales, o a veces, por solidaridad infantil probábamos los porotos con mote del almuerzo escolar. El matadero ubicado en Socos con Portales sin dudas que la mente del niño observador fluye en sus relatos así como el infaltable canal Romeral donde en el estío era la piscina de estos imberbes mocosos que se bañaban “calatos” en su inocencia infantil. El vuelo de Alamiro el loco, aquel jorobado que desea volar, aseguraba que desde su joroba salían alas, lanzándose desde la cúpula de la torre de la parroquia Ovallina. O a la Sirena del canal. Obvia encontrar en sus relatos la presencia del tren, ese que diariamente recorría por la línea junto a calle Pescadores y llevaba y traía a los “tiznados “regalones, desde la Maestranza Libertad arriba a su domicilio, con detención en cada esquina. El tren impactante figura del Ovalle infantil donde los niños de barrio descarrilaban el convoy con un papelito impregnado de saliva, en su inocencia de niños. Niños puros, simples y sanos. Sin internet.
“LA CALLE DEL FIN DEL MUNDO”, que así se llama el libro de cuentos de Ramón, se constituye entonces en “unos breves, pero profundos cuentos de un poeta, en donde aparecen personajes verídicos en hechos imaginarios y vice-versa” .Menuda tarea comprimir en solo alguna paginas sesenta relatos breves pero profundos en su contenido, evidenciando naturalmente el talento y la capacidad creativa del autor.
Como nadie es profeta en su tierra, en esta ocasión fueron los hermanos cuyanos quienes valorando el talento y la capacidad literaria del autor, editaron y publicaron estos cuentos en San Juan, República Argentina. El libro fue presentado en la ciudad de San Juan, en un evento donde participaron escritores de La Pampa, San Juan y Chile representado magistralmente por Ramón Rubina. Quien así como es, fue a esos pagos sin la parafernalia, sin bombos ni platillos, ni apoyos de Core u otros, en una gira exitosa cubierta por diferente medios de comunicación de la hermana región cuyana.
Ramón Rubina fue el mejor embajador que la literatura chilena pudo presentar en San Juan, Argentina.
“La calle del fin del Mundo” . El Momo Editor. San Juan. Argentina Julio 2016.
Iván Ramírez Araya.