Muchos años atrás en un encuentro matrimonial me quedó resonando, que la pareja debe ser como una planta hay que regarla día a día y pienso que en estos 39 años de matrimonio esto ha sido una realidad ya que cada tiempo que pasa siento que se ha fortalecido nuestra relación; ha echado raíces profundas las cuales han cimentado lo que hemos logrado hasta hoy, sé que hemos tenido momentos difíciles los cuales nos han ayudado a madurar para saltar esos obstáculos que nos han remecido, enfermedades o decisiones.
Pero siempre velando nuestro amor los cuales han sido en todo este tiempo de profundidad que en todo momento se ha sentido que el otro ha puesto lo mejor aun cuando se han tenido diferencias pero siempre buscando el bien de los dos, no imponiendo al otro su propia opinión o decisión. Eso ha sido fundamental ya que no se ha buscado caminos solos, hemos pasado por situaciones que en otros hubieran terminado la relación y creo que para nosotros ha sido todo un desafío, tomando en cuenta que son tres hijos que requerían toda nuestra atención y nuestro esfuerzo y al verlos hoy en día siento que valió la pena.
A veces las palabras sobran para manifestar lo maravilloso que ha sido tener a una mujer tan hermosa en todo aspecto. A veces los años de matrimonio son en realidad una bendición que nace en el compromiso de dos personas que a lo largo de los años van fortaleciéndose en la entrega del uno por el otro, donde se pasan grandes sustos, pero ellos nos han ayudado para creer más en lo que hemos juramentado de amarnos toda la vida; para muchos esto es una rutina pero para mí es comenzar de nuevo porque siempre hay un mañana, si por alguna razón llegará a faltar uno sé que con la ayuda de Dios siempre estará presente uno, ya sea en el pensamiento o en el corazón y desde donde se esté seguiremos creyendo en el otro, pero es tan bonito mirar lo que se ha construido sin grandes cosas solo en el uno en el otro, uno se siente bendecido y la semilla que ha sembrado sirva a nuestros hijos y nietos en confiar y amar a la persona con la cual se realiza un proyecto de familia. A veces se quisiera dar más pero por diferentes razones no se puede y con lo poco se ha sembrado esta fortaleza que perdurará por siempre.
Es bueno testimoniar esto para que otros también confíen que el matrimonio es válido cuando realmente se busca el bienestar de los dos, no imponiéndose el uno al otro, respetándose pero más fuerte es el verdadero amor. Siempre he sostenido que una pareja debe ser como el Quijote de la Mancha que lucha por derribar todo lo que tiende a la monotonía, el dejar atrás esas vanidades o soberbias, que en los años que hoy estamos viviendo sean complejos por las distintas enfermedades pero sabiendo que tengo el mejor remedio a mi lado que siempre coloca lo esencial para pasar tempestades o dejamos esa individualidad que a veces destruye todo.
No sabemos cuándo nos llegará la hora de partir pero lo que estamos viviendo sea para engrandecer ese sí que nos dijimos hace 39 años. Todo lo logrado ha sido en común, aunque siento que ha faltado momentos para realizar los sueños que hemos tenido guardado tanto tiempo pero confió que ya ira a ser realidad algún día.
No tenemos para dejarles más tesoro que este amor compartido día a día y las enseñanzas que le hemos dejado par que Uds. logren lo que con mucho esfuerzo hemos logrado juntos a Gleny, entréguense, luchen, esfuércense de dejar de lado esas pequeñeces que destruyen el amor.
Con todo mi amor a ese ser que Dios puso en mi camino con quien he recorrido la vida y seguiremos hasta que llegue ese momento de la separación definitiva, gracias por ser esa amiga, confidente, esposa, madre, abuela y compañera Gleny.
Hugo Ramírez Cordova.