Desde su inauguración el remozado espejo de aguas de la alameda de Ovalle ha sido visitado por miles de personas que llegan a conocerlo, sacar imágenes y, lo que es mejor aún, tomar algunas “selfies” con él de fondo.
Las aguas danzantes, el atractivo del paraje, el colorido de los prados y el celeste pálido de la pileta, hacen un conjunto que llama poderosamente la atención de los visitantes y llena de orgullo a los ovallinos.
Y el espectáculo de noche es aún más atractivo.
Sin embargo hay un lado “B” del asunto.
En la mañana de ayer observamos a una pareja de adultos mayores, cuyo varón tenía un apremio físico, y concurrieron hasta el sector de los baños de varones. Para consternación del afligido varón, la puerta estaba cerrada, y no sirvieron de nada los empujones en el acceso ni los llamados por si alguien aparecía desde adentro.
¿Qué hizo el angustiado hombre? No lo sabemos. De seguro habrá tenido que visitar un local de los alrededores y, por el consumo, utilizar el baño para salvar la situación.
Llamamos al Municipio para consultar por el tema pero hasta el momento no hemos recibido una explicación de si se trata de un problema de fácil solución, o eso está incluido en una segunda etapa del proyecto de remodelación del paseo público.
