Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir”.
Él les respondió: “¿Qué quieren que haga por ustedes?”
Ellos le dijeron: “Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”.
Jesús les dijo: “No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé y recibir el bautismo que Yo recibiré?”
“Podemos”, le respondieron.
Entonces Jesús agregó: “Ustedes beberán el cáliz que Yo beberé y recibirán el mismo bautismo que Yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados”.
Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.
Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.
Marcos 10, 35-45.
Lo primordial de este texto es como hacernos servidor de los demás. En nuestra vida cotidiana este predicamento lo encontramos muy pocas veces, si hay un deseo muy dentro de cada uno(a) estar sobre los otros y hacemos cosas u actitudes que nos llevan a no respetar a los demás en su dignidad.
Es aquí donde encontramos la respuesta mirando la vida de Jesús, que siendo Hijo de Dios, pudiendo tener todas las oportunidades para hacer de su vida, algo distinto, Él se entrega gratuitamente por nosotros; es el Siervo que da su vida por los demás.
Creo que es una gran catequesis para nuestra vida, muchas veces quisiéramos ser como Santiago y Juan que buscan de Jesús una respuesta ”Maestro queremos que nos concedas lo que te pidamos (Mc. 10,35). Pareciera que siempre esperamos que se manifiesten las gracias, cayendo muchas veces en la vida, en la ingenuidad o no miramos más allá o en la incapacidad de ponerse en el lugar del otro.
Pero al adentrarnos en la Palabra de Dios, conociendo más acerca de Jesucristo, participar de la gloria de Jesucristo significa recorrer con Él su camino de vida entregada y ser sumergidos con Él en el sufrimiento de la pasión. Pero no es solamente en Juan y Santiago el deseo de estar en los primeros lugares, sino que los discípulos al oír la petición, también quieren participar y entran a despertar los celos y envidias, quieren competir y aparecer como más grandes e importantes que otros y ambicionan su cuota de poder.
En su afán de quedar bien ubicados, los discípulos se han desubicado con respecto a Jesucristo y han quedado fuera de su camino.
Hoy debemos estar más atento a ampliar nuestra mirada a descubrir como Dios esta actuando en la vida y lo hace desde el dialogo del amor y nunca doblegando conciencias. De ahí la distinción tajante con la lógica y practicas del poder según el mundo “No ha de ser así entre ustedes (Mc. 10,43).
En la perspectiva del Reinado de Dios no hay jerarquías de mando, ni sitiales de honor, sino el llamado a entrar en el camino del Siervo que despojándose a sí mismo de su vida por la multitud.
El Reinado de Dios manifestado en Jesucristo, quien esta en medio nuestro como el que sirve, el que no se hace servidor vive como un aprovechador.
Debemos descubrir como podemos asumir en nuestra vida el llamado servir, no abusando, no colocando los pies sobre otros, sino siendo capaces de acoger al otro, caminando juntos, hacia el Reinado, colocando los talentos al servicio de los más necesitados.
¿Qué podemos sacar de enseñanza para nuestra vida de este texto?
¿Esta en nuestro interior el deseo de ser los primeros y ocupar los primeros puestos?
¿Cómo podemos hacernos servidor de los demás?
Hugo Ramírez Cordova