Premio a mejor director en la categoría Cine Documental Nacional, obtuvo la película “El niño que tenía un pueblo”, del más joven de los realizadores presentes en la competencia. Se trata de Maximiliano Vidal Michea, quien grabó la cinta en casa de su familia, en Pampa Grande.
Visibilizar la migración campo ciudad a partir de la vida cotidiana Luis, un niño de 12 años que ve cómo su pueblo se va vaciando, quedando en el olvido, aunque para él está lleno de identidad y de sentido, es el desafío que asumió Maximiliano Vidal en “El niño que tenía un pueblo”.
La obra que dura 22 minutos fue reconocida con el premio de Mejor Director en uno de los más importantes certámenes del cine nacional, como es el Festival de Cine de Rengo.
Durante una semana, Rengo se repletó de cine, en la 18 versión de esta esperada cita audiovisual. Cintas nacionales y extranjeras, en 10 diferentes categorías, evidenciaron un enorme caudal creativo, donde los territorios, los temas callados, la riqueza de la diversidad que fisura los modos únicos de ser, encontraron espacio para brotar y dar fruto.
Maximiliano Vidal Michea, hijo de montepatrina, desde los 3 años de edad vive en la ciudad de Chillán, viniendo de visita en las vacaciones o para las fiestas. A sus 23 años y recién egresado de la Universidad de Chile como Realizador Audiovisual de Cine y Televisión, se vio sorprendido por este reconocimiento a mejor director, que entiende como una puesta en valor a un modo de vida que la vertiginosidad de la ciudad muchas veces no deja ver.
“Cuando me dieron la noticia, no lo podía creer, es el premio más importante luego de mejor película, y estaba entre medio de puros directores con trayectoria, estudios… lloré, porque es bonito demostrar que se puede, que podemos hacer cosas grandes desde lo pequeño, que nuestra vida vale la pena”, dice Maximiliano a apenas una hora de haber sido notificado por la organización del festival.
Su primo, Luis, protagonista de la cinta y estudiante del Colegio Los Conquistadores, comparte la misma felicidad y orgullo, por contribuir a mostrar la realidad de las localidades campesinas, patio trasero de las ciudades, pese a tener tanta belleza, abundancia y sabiduría que no siempre se reconoce.
“El Niño que tenía un pueblo” seguirá concursando en otros festivales en Chile y el extranjero, y estará disponible a público en el marco de estas actividades, pero para Maximiliano es prioritario que se vea en las localidades, en los pueblos, y hay completa voluntad para socializarlo en la medida que así lo requieran escuelas, sedes sociales o municipalidades.