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Festival de Viña: ¿Cuáles son los límites?

He seguido el Festival de Viña del Mar  2017 sólo a través de la prensa, enterándome de las noticias más relevantes, como la elogiada actuación de Isabel Pantoja y Mon Lafferte, o las polémicas de las rutinas subidas de tono de los humoristas y o la actuación del colombiano Maluma.

Y entre todo este aluvión de comentarios me llamó la atención uno en el que se autor se hacía la pregunta a propósito de estos excesos: ¿Dónde están los límites? Lamentando que nuestra sociedad, en todo orden de cosa, empuja con entusiasmo en un solo sentido para correr esos límites.

Pero más aún cuando se trata de un espectáculo masivo que lo ven en directo más de 15 mil personas (entre ellos muchos niños) y sin filtro a través de la televisión ,  otros varios millones en Chile y el extranjero.

Por ejemplo a raíz de la rutina de la humorista “Chiqui” Aguayo, ella se justificaba que no había para escandalizarse tanto cuando ese era el lenguaje que usaban las mujeres en la calle , en tanto un seudo comentarista del noticiero de TVN cuestionaba la crítica de Alberto Plaza desde Estados Unidos a la actuación de la artista, afirmando que ese era el nivel de lenguaje de las rutinas de los principales comediantes de ese país. Su lógica era que si en USA se usa ese lenguaje y se muestran esos contenidos ¿por qué no en Chile?.

No me cuadra. En mi lenguaje utilizo cada cierto tiempo exabruptos para reaccionar a algunos estímulos , o para criticar a alguien en la vida diaria, o al leer comentarios en los periódicos,  en las redes sociales o en la televisión. “¡Que se ha imaginado este %&$&&& ¡!!”

O por ejemplo, si me golpeo en el dedo con un martillo o me quemo con la tetera, no exclamo: “¡Vaya, me he golpeado un dedo!”, ó, “Caramba, me quemé con la tetera”.

E incluso , si alguien me saca de las casillas, no le digo que se vaya a freír monos, o a la punta del cerro, sino lo envío a otras partes más especiales.

O entre amigos de confianza se me escapa más de un sinónimo criollo de “individuo”, “sujeto”, “tipo”, dependiendo el tono del nivel de molestia.

Es que un chilenismo dicho en forma oportuna  y en el lugar oportuno, (como una pizca de sal o comino en la sopa), le dan sabor especial a una expresión.

¿Pero llevarlo a un espectáculo público y televisivo?

Entonces surge la pregunta. ¿Dónde está el límite?.

En cuanto a la actuación de Maluma, reconozco que no conocía al artista, aunque me bajó la curiosidad de saber más de él por el morbo que despertaba su actuación en Viña. En especial por la posibilidad que cantara en su presentación un tema llamado “ 4 Babys”.

Para salir de dudas al día siguiente busqué su actuación en youtube y no obstante parecerme una canción tonta, y de mal gusto, no encontré mucho de reprochable en ella. ¿Por qué tanto escándalo? Más aún si los que aplaudían en las tribunas en su mayoría eran mujeres.

Entonces recurrí a Google para profundizar sobre el tema en cuestión y al conocer la letra original del mismo, se me terminó de caer el resto del cabello. ¿Cómo es posible que ESO sea considerada una canción? .

“Ya no sé que hacer /No sé con cual quedarme /Todas saben en la cama maltratarme / Me tienen bien, de sexo me tienen bien /.

Estoy enamorado de 4 babys / Siempre me dan lo que quiero / Chingan cuando yo les digo /Y nunca me ponen peros”.

Hasta ahí vamos bien. Bueno, mas o menos…

Veamos otra estrofa:

“La primera se desespera,/ Se encojona si se lo hecho afuera / La segunda tiene la funda/ Y me paga pa que se lo hunda

La tercera me quita el estrés / Polvos corridos siempre echamos tres / A la cuenta de una le bajo la luna / Pero ella quiere con maluma y conmigo a la vez “.

Soy bastante ecléctico en mis gustos musicales, y puedo escuchar una sinfonía de Mozart, una canción ranchera, una tonada, un vals o un tema de reggaetón, sin discriminaciones de estilo, de acuerdo al momento y al lugar. Además no puedo desconocer que lo que muestra la letra de la canción ocurre en muchos lugares del mundo, incluido en nuestro país, y existe todo un universo de pornografía en la red social a disposición de quien quiera conocerlo con sólo dar un “enter”, incluidos niños.

¿Pero, en un escenario, en la televisión?

Entonces volvemos a la presunta original: ¿Dónde están los límites?

Al parecer son más los que empujan para correr esos límites un poco más allá, que los que tratamos de evitar que eso ocurra.

Es de esperar que se estén haciendo la misma pregunta quienes tienen a cargo el sistema de televisión en el país y quienes tendrán la responsabilidad de organizar el Festival de Viña el próximo año.

¿Usted de qué lado está empujando?

M.B.I.

OvalleHoy.cl