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Gabriela Mistral: Es un deber de chileno conocerla

A propósito de visitar la comuna de Paihuano en estos días y conversar con un medio de comunicación de Pisco Elqui, me llevó a meditar sobre el real significado que le asignan las personas a nuestra Gabriela Mistral ya que, ellos deslizaron la frase, que habían hablado con varias personas en la plaza de Pisco Elqui y muy pocas sabían algo de la poetisa, siendo, que uno piensa, que quienes van a esa zona, las motiva también conocer algo más de ella.

Tuve una grata sorpresa al visitar la Escuela Museo en Montegrande, donde fuera de revivir momentos emotivos, debido a que la había visitado años atrás, cuando fui parte de la delegación que acompañó los restos de Yin Yin (Juan Miguel Godoy Mendonza), traído desde Brasil. Donde se produjo un hecho bochornoso ya que, nadie se dio el trabajo de ver si las medidas del féretro correspondían para poder depositarlo en la misma bóveda de su tía.

Allí, me percaté de una fotografía que en esos años no me llamó la atención, porque no trabajaba en el Colegio heredero de la Escuela Superior N° 1 de Coquimbo, pero ahora, que estamos recopilando su historia, aprecié en la foto de 1954, al profesor Juan Stamatakus (Q.E.P.D.) junto a un grupo de personas con la poetisa, al cual conocí personalmente años atrás, pero sin saber que él, trabajando en Quebrada de Pinto (me lo contó la persona que atiende y que me dijo que había sido su profesor), tuvo esa dicha que me imagino, esa vivencia, se las transmitía a sus alumnos de la Escuela N° 1 de Coquimbo. La recopilación nos lleva a afirmar que nuestra poetisa estuvo dos veces en dicha escuela, la primera vez un 18 de diciembre de 1909 y la segunda un 09 de marzo de 1925.

Estando en esos parajes, traté de colocar en contexto histórico, como una niña que en ese entonces era, Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, apreciaba y se inspiraba, tomando en consideración lo que ella manifiesta en Diario El Mercurio, 23 de diciembre de 1928, en que expresa: “Sí yo hubiese de volver a nacer en valles de este mundo, con todas las desventajas, que ha dejado la vida “entre urbanos” ruralismo, yo elegiría casa  no muy diferente de la que tuve entre unas salvajes quijadas de cordillera; una montaña patrona o unas colinas, ayudadoras de los juegos, o ese mismo valle de un kilómetro de ancho y dividido por la raya del pequeño río, como una cabeza femenina.

Por conservar los sentidos vividos y hábiles siquiera hasta los doce años y saber distinguir los lugares por los aromas; por conocer uno a uno los semblantes de las estaciones”. Pero fuera de disfrutar del sonido armonioso del agua fluyendo, de una cordillera imponente, un cielo esplendido y una tierra llena de colores y frutos, preferí cerrar con algunos versos de nuestra poetisa; “El agua es ágil y no lleva memoria consigo”, “Cordillera de los Andes, madre yacente y madre que anda, que de niños nos enloquece y hace morir cuando nos falta”, “en montañas me crié con tres docenas alzadas. Parece que nunca, nunca, aunque me escuche la marcha, las perdí, ni cuando es día ni cuando es noche estrellada”, “O el río de Elqui de mi infancia que me repecho y me vadeo. Nunca lo pierdo; pecho a pecho como dos niños nos tenemos”.

Octavio Álvarez Campos  

Tumba de Yin Yin en Paihuano.
OvalleHoy.cl