En recuerdo de María Constanza Ramírez Lancellotti (QEPD) a un año de su partida.
Ayúdame mi Dios a entender, por qué un ángel del cielo
Temprano levanta el vuelo, para a tus brazos volver.
Ayúdame mi buen señor, a mirarte sin celo ni enojo
Si te has llevado mis ojos, mi luz, mis sueños, mi amor.
Ayúdame a hallar consuelo y a aceptar tu voluntad
Sin siquiera cuestionar por qué la llamaste al cielo.
Ayúdame Señor a agradecer el tiempo que con ella viví
Y lo feliz y dichoso que fui, sin tratar de comprender.
Ayúdame a llevar esta cruz, la más pesada que ha de haber,
para en tu rostro poder ver a mi niña con su luz.
Y cuando me llames a tu lado, recuerda que a cargar ayudé
el mismo dolor que tus pies debieron haber soportado.
Te pido que a mi llegada, mi niña me vaya a recibir
para juntos lo eterno vivir, en la felicidad de tu morada.
Yo por mientras me quedaré con la esperanza que un día
veré cara a cara a mi cría, a quien por siempre amaré.
Dame Señor la fortaleza, para poder seguir adelante
Y regálame esa fe gigante que requiero para llegar a tu mesa.
Angelito que viniste a alegrar, tu vida fue un sonreír
Hiciste a tantos feliz, con tu amor y tu cantar.
Hoy tu canto celestial, lo oirá hasta el mismo Dios
Y como siempre recuérdanos que la sonrisa espanta el mal.
Ejemplo de vida fuiste, de muy niña debiste luchar
contra la fiera enfermedad, que hoy al final venciste.
Ya no habrá más dolor ni hospitales ni transfusiones,
Tú tocaste los corazones y lo hiciste con puro amor.
Gracias María Constanza por hacernos tan felices
Y aunque vendrán días grises, tu ejemplo es de esperanza.
Ese beso que te di, tan sólo hace un par de días
Será para mí eterna alegría, porque me hiciste muy feliz.
Nadie que te conociera, quedó contigo indiferente
Pues motivaste a mucha gente, desde doctores a enfermeras.
Aprovecho de agradecer la humana calidad
de todos en el hospital que te vio, preciosa crecer.
Hoy emprendes el vuelo y yo te voy a encargar
A alguien que para amar, también vino a este suelo.
Recíbela mi buen Rodrigo y cuídala con mucho amor
Llévala a los brazos de Dios, muéstrale tú su camino.
Lo único que hizo fue querer, de modo que a ti se parece
Tú sabes que se merece el cielo esta niña mujer.
Tómale su dulce mano y llévala a la eternidad,
Preséntale la felicidad, como si fueras tú su hermano.
Te lo pido adorado hijo, como un especial favor,
Abrázala con tu amor y dale a esta niña cobijo.
Cuenta a Dios de su dulzura para que hoy mismo la abrace
Y vista el más lindo traje: el del alma buena y pura.
Hasta siempre linda princesa, vele por su mamá y papá
Y por toda la eternidad, será usted nuestra belleza.
Francisco Silva Undurraga
(Texto leído en el funeral de María Constanza Ramírez Lancellotti, en febrero de 2016)