En esta columna utilizaré como ejemplo el Instituto Nacional para hablar de cómo la educación en Chile en los últimos 4 años ha ido de mal en peor. Esta afirmación que realizo no es antojadiza, ya que un establecimiento educacional que por más de 200 años fue considerado como un establecimiento educacional de excelencia y pierda dicha consideración no es algo menor y si a ello le sumamos que por primera vez en la historia este saliera del ranking de los 100 mejores colegios del país en los resultados de la PSU, claramente es para preocuparse y ocuparse.
La ex edil Carolina Tohá (PPD) recibió un establecimiento el 2013 posicionado en el lugar 37 con promedio PSU de 677,6 puntos y lo entregó 4 años más tarde en el lugar 101 y con 642,3 puntos [cayendo 64 lugares y 27,1 puntos]. Desde el 2005 y hasta que llegó Tohá a la alcaldía de Santiago, el Instituto Nacional, llegó a estar en el lugar 9 bajo el alcalde de ese entonces Raúl Alcaíno y se mantuvo entre los primeros 20 lugares durante más de 7 años seguidos.
Frente a esta información no es caprichoso el decir que la educación que Bachelet y todos sus partidarios de la Nueva Mayoría, lo único que han hecho es un cataclismo de la educación en Chile; siendo la situación del Instituto Nacional la situación más patente de cómo NO se deben hacer las cosas, de cómo se puede estropear un impecable modelo por querer cumplir a toda costa y sin importar el costo que ello puede acarrear, con aspiraciones netamente personales y no por velar por el mejor y mayor interés, en otras palabras por el bien común.
Este mal resultado se veía venir; era más que previsible frente a los 17 meses que en total (contando todos los paros y tomas) tuvo esta institución sin clases. Pues se vieron enfrentados a alumnos que tenían 17 meses más de clases en el cuerpo, 17 meses más de adquisición de conocimientos.
Aquí hay una corresponsabilidad compartida entre, los padres de dichos alumnos que incitaban a las tomas y al vandalismo en los establecimientos, siendo los perjudicados nadie más que a ellos mismo; de las autoridades, por dejarlos hacer lo que quisieran y no actuar con mano firme, (de hecho debo destacar, que producto de estos actos ilegales, muchos alumnos dejaron de recibir sus raciones diarias de comida, siendo en el caso de muchos de ellos, el único alimento que consumían en todo el día, por provenir de familias vulnerables) y de los propios alumnos por utilizar como medio ilegítimos de presión a las autoridades de los cuales sus principales propulsores e incitadores fueron Camila Vallejo, Giorgio Jackson, Gabriel Boric y Karol Cariola y ¿porqué digo fueron y no son?; porque una vez de llegado al Congreso como Diputados, se olvidaron de los estudiantes y de la causa estudiantil que ellos decían representar y se sentaron ciega y cómodamente dejando pasar las mil y una atrocidad en materia educacional. Si no basta con ver que se negaron a votar, absteniéndose de votar a favor de una comisión investigadora sobre la Universidad ARCIS, por el mal manejo financiero mientras el PC estuvo a su cargo entre otras irregularidades o bien no asistieron a la Cámara ese día para no verse en la encrucijada de votar o abstenerse; he ahí su gran compromiso con la causa estudiantil de la cual se valieron para tener hoy un sitio en el Congreso.
Con estas «pequeñas cosas» se ven los reales intereses de cada miembro, de la mal llamada bancada estudiantil, que están ahí por aspiraciones personales y no por el querer servir al prójimo.
Espero que este año elijamos bien a los miembros del Congreso, que quienes lo integren sean personas que no estén ahí para inflar sus egos, sus bolsillos o hacer cualquier otra cosa que no sea el servir a la comunidad y propender al bien común.
Es momento de pasarle la cuenta a los corruptos, incompetentes, sinvergüenzas y de sacar de la «UTI» a Chile.
Dra. Susana Verdugo Baraona.
