
El 23 de noviembre fue la última vez que mi amigo de infancia, Kurt Martinson García, desapareció misteriosamente en el Desierto de Atacama.
El procedimiento realizado para esclarecer el caso siempre fue confuso, nadie sabía realmente qué había ocurrido. Así, las especulaciones y rumores borboteaban como el agua hambrienta de los géiseres. San Pedro de Atacama, el otrora paraíso turístico, se convertía en un pueblo maldito. El hecho suscitó el interés público. Medios de todo el mundo llegaron a la zona a cubrir la notica. Mientras, la familia de Kurt, ya radicada en el poblado, realizaba esfuerzos sobrehumanos para hallarlo. Después de 7 meses de las respuestas continúan escaseando. El dolor se ha transformado en pesadilla y angustia…
Al mes del hecho me reuní con la madre de Kurt, Ana María García. Ya lo he decidido, escribiré la investigación oficial que dé a conocer toda la verdad y para ello la fuente principal será su madre. Amigo lector, le confieso, jamás había visto la mirada vacía, inexpresiva de una madre, colmada de una pena sin fondo. Muchos nos agrupamos para generar conciencia y hacer un enérgico llamado a las autoridades para que se pongan los pantalones y tomen las medidas necesarias para evitar que este tipo de tragedias ocurran en nuestro país, el mismo que tanto se ufana de su democracia.
Señora presidenta, señores diputados, senadores y autoridades de todo el país, un pueblo, amigos, familiares, padres y hermanos y una madre que muere en vida, confían en ustedes. Por el amor de Dios, si éste existe, no olviden a los jóvenes, al futuro. Kurt era sano y limpio, de los tipos que se extrañan en el mundo, no sean indolentes y ayúdennos.
El llamado final a los lectores es a que todos y cada uno de ustedes viralicen en redes sociales una selfie donde aparezcan con un letrero con la leyenda #KurtSomosTodos Hoy, más que nunca, se necesita la unión.
Por Cristián Brito Villalobos
Periodista de la Universidad Católica del Norte.
Magíster en Literatura de la Universidad Católica de Chile.
Escritor.