





“Sentimos mucho miedo y nos encomendamos a todos los santos rezando en la oscuridad en un rincón”, afirmaron. Un equipo de rescate de SAMU y Bomberos de Ovalle que concurrió a auxiliarlos quedó aislado en el lugar.
Eran las 9:41 horas de la mañana del lluvioso sábado, y en la central de alarmas de bomberos se recibió el llamado del centro regulador SAMU, pidiendo la cooperación de bomberos para que en uno de sus móviles todo terreno que posee la institución puedan transportar a un equipo de profesionales de la salud al pueblo de Cerro Blanco, localidad ubicada a 40 km. al sur poniente de Ovalle, lugar imposible de acceder por una ambulancia con condiciones climáticas adversas.
En ese lugar, una persona de 46 años, con patologías cardiacas, se habría descompensado y estaría convulsionando. No obstante a que todo el personal de bomberos se encontraba en terreno, trabajando en distintas emergencias provocadas por la lluvia y temporal, rápidamente se formó un equipo de asistencia, integrado por los funcionarios de SAMU Patricio Carvajal y César Cerda, a quienes se sumaron el Comandante de Bomberos Drago Yurin y el voluntario Rodrigo Yurin y emprendieron el viaje.
La concurrencia al lugar no estuvo exenta de obstáculos, lluvia, árboles, piedras y pozas en la ruta hicieron un desplazamiento dificultoso y exigido. Al cabo de algunas horas, lograron llegar al lugar de destino. En lo alto del camino, lograron divisar un grupo de personas que se acercaban presurosos a la camioneta de bomberos. Entre ellos y caminando con dificultad, el afectado, don Juan Bernal. Rápidamente, el personal de salud le dio las atenciones de urgencia, siendo estabilizado para posteriormente ser trasladado a Ovalle. En el ínter tanto, el panorama era desolador, su casa y la de otros vecinos prácticamente destruidas por la acción del viento y la lluvia.
“Era algo impresionante, escuchamos un ruido muy fuerte y de un momento a otro la casa quedó sin techo y todo mojándose por la lluvia en la más completa oscuridad y con un viento que no paraba. Sentimos mucho miedo y nos encomendamos a todos los santos en un rincón de la casa…” expresó el afectado, aun impactado por lo sucedido. La Biblia que los acompañó en sus oraciones quedó sobre a mesa dela vivienda.
El retorno a Ovalle se inició cuando todos sus signos vitales estuvieron normales y estables. La lluvia no paraba y el móvil de bomberos avanzaba con extrema precaución. Todo parecía que el rescate finalizaría pronto, pero grande fue la sorpresa de los rescatistas cuando al llegar al badén de Chalinga, el estero había crecido de tal forma que era imposible traspasarlo. Aproximadamente 80 metros de ancho tenía el caudal que atravesaba el badén.
Se buscaron otras rutas, pero todas estaban cortadas. Rápidamente se hicieron las peticiones de ayuda a las respectivas instituciones, tanto de bomberos como SAMU, quienes a su vez trataron de gestionar con autoridades y organismos correspondientes, ayuda que nunca llegó.
Cuando se preparaban para pasar la noche en el móvil, apareció de entre la oscuridad y fría noche sabatina don Héctor Maldonado Ancal, quien junto a su esposa, les invitaron a pasar la noche en su humilde pero cálida casa de la localidad de Chalinga.
“Estas personas son un siete, un corazón envidiable, una solidaridad a toda prueba, no nos conocían y nos dieron comida y alojamiento… estamos agradecidísimos” expresó el funcionario de SAMU César Cerda y el Comandante de Bomberos Drago Yurin.
Ya de día, y habiendo disminuido su caudal, el equipo de asistencia junto al paciente emprendieron el rumbo hacia Ovalle, haciendo su arribo al servicio de urgencia a las 10:11 horas de la mañana, con el paciente estable y la satisfacción del deber cumplido. Ahora cabe la pregunta: ¿Es que en una situación como la descrita es razonable que el personal de emergencia quede al desamparo?