Hace unos días atrás, de paso por la plaza más linda de Chile, vi que faltaba algo, no era la misma. “La Central” ese restaurant y salón de té, céntrico, de espíritu familiar, casero y afable ya no está.
Cerró sus puertas y siguió los pasos de otros locales que antes adornaron nuestra hermosa plaza: El Lido, La Inés de Suarez y El Oasis, por nombrar algunos.
Me invadió la nostalgia de encuentros con amigos en las diferentes etapas de mi vida, de las empanadas de queso, del almuerzo de casa.
Con el cierre de “La Central” y la lamentable partida de su dueña, la señora Raquel, anfitriona amable y querida por todos sus parroquianos, se ha ido parte del espíritu tertuliano y pueblerino que, orgullosamente, tenemos los ovallinos.
¡Ah, cómo amo y valoro el encanto de lo cotidiano de mi querido Ovalle!
Héctor Alfaro Jeraldo