Llevar un tatuaje ya no es exclusivo de gente ligada al mundo de la música, el deporte o a personas jóvenes. Hoy es una tendencia “a flor de piel” de un público diverso, que ha transformado esta afición en algo relativamente común y lejos de los estereotipos. ¿Qué hay detrás de este fenómeno que lleva a la gente a grabarse la piel?
Si bien pareciera que es una moda actual, el tatuarse la piel tiene una historia que se remonta a miles de años atrás. De hecho, existen evidencias de este tipo de expresiones en Chinchorro en Perú, con data del año 2.000 antes de Cristo, y otras más antiguas de hace más de 5 mil años en Siberia.
Así como cada cultura otorgó un sentido a estas prácticas, hoy cada persona incluye estos sellos en su piel con motivos tan amplios como las formas y estilos que es posible encontrar, convirtiéndose en algo cada vez más común. “Efectivamente cada vez más personas se tatúan, incluso personas de más edad, mujeres y hombres hasta los 60 o 65 años”, señala la diseñadora gráfica de la Universidad del Pacífico, Jenni Rogers, quien actualmente se dedica al arte del tatoo.
Para la profesional, el tatuaje es definitivamente una expresión artística, pero también es una pieza de comunicación. “Yo trato de hacer aquello que gráficamente está de acuerdo a los cánones estéticos que me parecen correctos, pero también procuro darle al cliente la posibilidad real de comunicar aquello que le hace sentido. Podría decirse que uno sigue siendo diseñador y el tatuaje es como el isotipo de una persona, más complejo en cuanto a su forma y código, pero que en una imagen logra sintetizar la identidad de quien lo lleva”, explica.
¿Cuáles son las motivaciones que tienen las personas que quieren dejarse un sello permanente? Jenni Rogers, quien es @jennitaeresdegracia en Instagram, partió de aprendiz el año 2012 en este ámbito del diseño y el arte, tiempo en el que se ha percatado de que las motivaciones tras esta tendencia son muchas y variadas. “Alguna vez hablando con mi Maestro -el hombre que me enseñó a tatuar-, me hizo un comentario que me quedó grabado: una persona sin tatuajes es como una persona sin opinión”, señala.
Sin embargo, la artista indica que a lo largo de su desarrollo profesional no podría definir características habituales entre quienes deciden plasmar su piel. “No hay mucho en común, dado que son todas personas muy diferentes, de diferentes estratos socioeconómicos como culturales y etarios, así como de diferentes países y culturas. Es muy complicado encasillar, pero sí es gente que tiene la cabeza abierta a diferentes formas de manifestar y de plasmar elementos que sean importantes para ellos, sean estéticos, prácticos, emocionales o ideológicos”, afirma.
En este contexto, la decisión es variopinta. “Surgen desde una necesidad estética, para adornar su cuerpo; otros lo buscan porque representa sus ideas y su sentido de individualidad; otros para tapar cicatrices de operaciones o autoinfringidas; y otra gente para abrir y cerrar procesos emocionales”, comenta la diseñadora gráfica de la U. del Pacífico.
Jenni, quien por algún tiempo se dedicó al área de la ilustración en soportes diferentes a la piel, como el papel o lo digital en el ámbito editorial, cuenta que la variación del estilo o las solicitudes no dependen de la edad o sexo de las personas. “Finalmente, como el tatuaje busca representar una identidad, lo ideal es buscar aquello que sea lo más cercano al concepto que trae el cliente, y esto puede ser cualquier cosa, porque está sujeto a la esencia de la persona más que a la edad, a pesar de que podría pensarse lo contrario, como que la gente mayor busca imágenes más recatadas o clásicas, y que los jóvenes quieren cosas más rupturistas. Yo he visto gente de 60 años rompiendo esquemas con sus tatuajes, cosas a color, pequeñas y grandes. Ahí la gente se siente libre, elije expresarse sin prejuicios y simplemente elige eso que representa mejor lo que lleva dentro”, aclara.
TATOO EN CHILE
Para Jenni Rogers, Chile es un país que está en pañales en el arte del tatuaje en comparación con otros países más grandes. “Todavía falta un poco de cultura de imagen en el cliente promedio. Así, los clásicos más pedidos son las siluetas de pajarito, los infinitos, dientes de león con pajaritos, mandalas, atrapasueños, infinitos que digan love, el nombre de los hijos, más siluetas de pajaritos, etc.”, relata.
Ello explica que de alguna manera estas imágenes se hayan trasformado en señales de masificación más que de individualidad. “Ya casi no representan nada. Son una respuesta de la masa a la falta de identidad de imagen y falta de búsqueda. Son los lugares comunes, los más sencillos de acceder”, asegura.
Por lo mismo, cree que hay mucho espacio para crecer. “Hay un grupo importante de artistas, entre ellos tatuadores, ilustradores, músicos, profesores, etc., que están en el camino de generar cultura y alimentar un criterio que, ojalá, se masifique abriendo la mente de los clientes y consumidores de arte», concluye la diseñadora gráfica de la U. del Pacífico, Jenni Rogers.