En uno de los muros del comedor de mi casa se luce un cuadro al óleo de una atractiva dama tocada de un gran sobrero alón que le cubre la mitad superior del rostro. La dama tiene una sonrisa enigmática .
Me lo regaló hace una carajada de años un joven pintor que comenzaba a incursionar en eso de los pinceles y las brochas, Sergio Contreras Herrera, como agradecimiento al apoyo que yo estaba entregando a su promisoria carrera. En esa época, por ahí por los 80 había organizado las primeras exposiciones colectivas de artistas ovallinos que se hacían en la ciudad, aprovechando la amistad que mantenía con un grupo de artistas locales: Juan Meruane, Homero Martínez, Manuel Veliz, Guillermo Pizarro, Augusto Salazar (Zanka), Roxana Pizarro… y Sergio Contreras.
A la Gorda, mi esposa le gustó el cuadro de Sergio y lo colgó sobre el muro del comedor, donde llamaba de inmediato la atención de los invitados, que preguntaban por el artista, quien era la dama, si era un retrato, etc.
Hasta el momento no he sabido si Sergio lo copió de otra pintura, de una fotografía. O fue producto de su imaginación.
Y yo procuraba responder medianamente bien a las preguntas.
Hasta que un día alguien preguntó:
- ¿Y ese lunar que tiene la modelo sobre el labio?
La verdad es que hasta ese momento no había reparado en el detalle, y no supe que decir.
En las semanas siguientes otras personas repararon en el famoso lunar. Comentando que le daba un toque especial a la composición.
Hasta que un dia la Gorda, que como mujer atiende mas a los detalles, preguntó si el lunar venía con la pintura original.
Entonces, con una sospecha asaltándonos de manera espontánea, nuestros ojos giraron hacia en ese entonces nuestra única hija – Fernanda, de alrededor de 8 años – la que al verse asediada, terminó reconociendo que un día, con un lápiz de tinta, subió a una silla y pintó el famoso lunar.
No supimos si castigarla por la profanación de una obra de arte o, al contrario, congratularla por haberle agregado un toque que la hacía especial.
Y desde entonces el cuadro de la misteriosa dama del sombrero permanece a disposición de la admiración de quienes visitan por primera vez la casa, y preguntan por el autor, quien es la dama.
Y, por supuesto, por el famoso lunar sobre el labio que le da un toque especial.
No recuerdo si alguna vez le conté a Sergio la anécdota del lunar y la cooperación de mi hija mayor.
Ahora Sergio Contreras inauguró su primera exposición individual en la nueva Sala Estación de la Biblioteca Municipal la que, según he sabido, ha sido muy visitada en los últimos días.
Un día de estos iré a verla.
Pero no llevaré a la familia, porque no me imagino lo qué podría hacer la Gusanita, la hija menor de Fernanda (grafitera por naturaleza o herencia), con un plumón en la mano.
Bueno ¿tuvo a quien salir, no?
Mario Banic Illanes
Escritor
