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La paradojal ley de inclusión escolar

Marzo, mes de regreso a clases y de entrada en vigencia de la nueva ley de inclusión, la cual realiza una serie de cambios estructurales al sistema escolar de nuestro país; puesto que con su puesta en marcha se pone fin al lucro, al copago y a la selección escolar en los establecimientos de educación particular subvencionada. Por desagracia, la puesta en marcha de esta nueva normativa se inicia con una grave contrariedad; puesto que para que su implementación fuera exitosa, se requería que el Gobierno hubiese dictado a lo menos 16 reglamentos (15 de manera directa y al menos 1 como decreto con fuerza de ley [DFL]) y hasta ahora, luego de haber transcurrido más de 9 meses desde su promulgación, sólo se han dictado 5 reglamentos y si a eso le sumamos que algunos de estos tenían un plazo fatal establecido por la misma legislación, se ve como una vez más no se cumplió lo que se prometió. Y esto no pasa por un tema de falta de personal, sino de desidia, puesto que el Ministerio de Educación, cuenta con una gran cantidad de funcionarios dedicados a esta área.

Pero como de costumbre, el Gobierno en vez de hacerse cargo de esta clara y grave deficiencia en la implementación de la nueva norma, desvía una vez más la atención a otros temas como por ejemplo la supuesta imposibilidad de que los colegios apliquen sanciones a los alumnos de suspensiones del aula por no cumplir con los estándares exigidos tanto en su presentación personal, en el uso del uniforme, en los materiales y útiles de clases solicitados; así como tampoco podrán ser sancionados de esta manera por motivos de índole ideológica, académica, política o de cualquier otra índole, dejando así un tremendo vacío legal respecto del tema, lo que nos conlleva a que todo esto quede a merced del sentido común (que desgraciadamente, muchas veces es el menos común de los sentidos) de los sostenedores, dándoles así un amplio espacio para la discrecionalidad y sumemos a ello, que tampoco se podrá suspender a un alumno por vestir inapropiadamente o por el hecho de dejar de asistir a clases sin una debida justificación.

Por desgracia, nos encontramos una vez más en presencia de una reforma legislada de manera apresurada, desprolija, en donde el énfasis no está puesto en lo que es realmente importante como es en la calidad en la educación, sino en otros puntos que no combaten el real foco de la desigualdad en la educación. De hecho, cabe recordar que esta reforma trata de privar de la subvención del Estado a aquellos alumnos y familias que asistan a las escuelas cuya estructura jurídica no sea una fundación o corporación y que los mecanismos de admisión a estos, sean a través de una tómbola centralizada desde el Ministerio de Educación en Santiago y que de esa manera, se reemplace el aporte económico que hoy en día realizan las familias para la educación de sus hijos por recursos estatales.

Como hice mención anteriormente, estimo que el énfasis debiese colocarse en la calidad de la educación, en especial tras los reveladores datos sobre la educación en Chile que entregó el informe PISA (informe del programa para la evaluación internacional de alumnos) en donde nuestro país está lejos de la media de los países desarrollados y de la OCDE y además que respecto de los estudiantes que provienen de una familia de escasos recursos, su situación es aún peor, ya que este tiene 6 veces más posibilidades de tener un bajo rendimiento en comparación con estudiantes con un nivel socio económico mejor.

Este punto es el que debiese ser a mi juicio el punto central de una reforma educacional, atacar la desigualdad de la educación desde los años de la más tierna infancia, dándoles las herramientas de calidad para que cada estudiante forje su camino, no se saca nada hacer mil y una ley de inclusión, de poner fin al copago, etc. etc. si no se ataca el real problema que es la mala calidad de la educación; pero dada la constante improvisación del Ministerio de Educación estamos retrocediendo en vez de ir avanzando en una educación más inclusiva, que incluso en vez de otorgar más libertades a las personas como se pretende, lo que hace es avasallar la libertad real y verdadera de poder elegir a donde y que tipo de educación quiero darle yo a mis hijos, sin tener las imposiciones mediocres del Gobierno de turno.

Finalmente, aprovecho esta oportunidad para mandar un saludo afectuoso a todas las mujeres, por la celebración de nuestro día internacional el 8 de marzo.

Por Susana Verdugo Baraona.

(Médico Pediatra y ex Gobernadora del Limarí)

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