La sequía, que vino para quedarse y de esto hace ya un siglo, nunca ha sido capaz de doblegar el carácter y la determinación del agricultor limarino. Así lo entendieron en el pasado reciente las autoridades de la provincia y del país, quienes visualizaron que la base de la economía provincial era la agricultura, por lo que había de enfrentarse a la sequía con medidas contundentes. Y así lo hicieron. Primero, entre 1929 y 1934 respondieron con la construcción del Embalse Recoleta que tiene una capacidad para guardar 95 MM3 de agua. Y por si fuera poco, terminada esta gran obra, de inmediato comenzaron con otra mayor aún, la construcción del embalse Cogotí, desde el año 1934 a 1939 con una capacidad proyectada de 150 MM3 de agua.
Como la sequía se resistía llamaron a un nuevo camarada. Así nació una obra magna, la construcción del Embalse La Paloma entre los años 1957 a 1965 con una capacidad de 750.MM3, el segundo más grande de Sudamérica. ¡¡Qué espíritu y que capacidad de gestión más admirable!!
Hoy estas 3 grandes obras de riego son la viga maestra de la economía provincial. Cualquier proyecto que se quiera realizar por medio de políticas públicas debe tener en cuenta esta realidad, que la provincia del Limarí es y seguirá siendo zona productora agrícola. Su ventaja sobre la minería radica en que es una actividad económica renovable, vale decir, no se agota jamás, por el contrario, bien manejada es cada vez más rendidora, más productiva. Siempre creciendo.
Eso por un lado.
La Agricultura Familiar Campesina es la actividad básica de un importante sector poblacional de nuestra provincia. Conformada por pequeños agricultores de escasos recursos, hortaliceros, chacareros y crianceros son el primer eslabón de la cadena alimenticia familiar y del comercio local. Fruto de esta actividad se han levantado más de 150 poblados y localidades que dan vida al comercio y a los servicios en la zona.
Según el último censo agropecuario, en la provincia del Limarí existen 7.703 explotaciones agrícolas de las cuales 5.851, un 75,95 %, tiene una superficie inferior a 10 has. Es más, 1.383 de esas explotaciones, que corresponde a un 17,95 % del total, tiene una superficie inferior a 1 ha. Son el estrato que constituye nuestra AFC.
Desafortunadamente esta actividad, imprescindible e indispensable para el desarrollo socioeconómico local, ha sido el sector más golpeado por la sequía y el más abandonado por el estado, consuetudinariamente. Esta falta de futuro gatilla que el éxodo de jóvenes continúe inexorablemente hacia las zonas más urbanizadas. En lo que respecta al secano, desde la llegada de los españoles el paisaje ha cambiado muy poco.
El Nuevo Gobernador. Seguimos en sequía y las respuestas de nuestras autoridades, hasta ahora, han sido la constitución de innumerables comisiones, seminarios, viajes al extranjero, creación de nuevos organismos estatales, elaboración de documentos y constituciones de mesas de trabajo. Buenas respuestas en el campo de las ideas. Producto de éstas iniciativas nació La Mesa Rural la cual, en el año 2011, emitió el documento “POLIITICA REGIONAL PARA EL DESARROLLO RURAL CAMPESINO DE LA REGION DE COQUIMBO”, carta de navegación para este mundo que tiene como objetivo general “Impulsar el desarrollo rural en la región de Coquimbo que mejore continuamente la calidad de vida de familias y la comunidad que la compone, en un esquema de sustentabilidad social, económica y medioambiental”. Lamentablemente estas buenas intenciones no se han visto reflejadas en la gestión ni en los resultados y la sequía, como todos saben, no espera. Lo único visible y publicitado es la entrega de bonos y canastas familiares. Resultados pobres, lejos de la vara dejada por nuestros antecesores.
Por ello cada vez que hay un cambio de autoridad, reverdece la esperanza en nuestros pequeños agricultores. Sobre todo cuando se trata de un gobernador, investido como la máxima autoridad provincial y representante directo de la presidenta de la república.
¿Se justifica tal expectativa? Sí.
Primero, porque el gobernador es el jefe provincial de todos los servicios públicos relacionados con nuestros campesinos, como lo son el INDAP, SAG, CONAF e INIA, entre otros. Descendiendo al ejemplo, tiene bajo su autoridad al Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria llamado a jugar un papel central en la búsqueda de tecnologías que hagan más eficiente el uso de los recursos tierra y agua a objeto de sacarles su máxima potencialidad. Este organismo debe ser democratizado y dársele los recursos necesarios para hacerla una herramienta efectiva al servicio de una VISION integral de la agricultura familiar. Hasta ahora, el aporte del INIA a la pequeña agricultura ha sido mínimo.
Segundo. El gobernador es el líder político de la provincia y presidente de la Mesa Provincial de los Recursos Hídricos Tiene la autoridad para llamar a todos los actores involucrados en la gran VISION del Limarí del mañana. Una convocatoria que apunte a concretizar las aspiraciones ya largamente expuestas en las comisiones, seminarios y afines, que permitan movilizar de una vez por todas a nuestros campesinos desde su nivel asistencial a la de familia autosuficiente.
Tercero: La sequía no debemos mirarla como una desgracia, sino como una oportunidad. Con liderazgo y habilidad el gobernador puede transformar esta piedra de tropiezo en peldaño de progreso, tal como lo hicieron las autoridades en el siglo pasado Para ello es requerido, como en todas las grandes obras, aunar voluntades y pasar por encima de las mezquindades y de esos sectarismos que ven en este tipo de aflicciones oportunidades para obtener dividendos partidarios. Estoy seguro que el gobernador tiene en Ovalle y en sus comunas, las herramientas y las personas con visión política transversal , capacidades técnicas y ánimo bien dispuesto que le ayudaran a convertir la provincia del Limarí en el polo de desarrollo agrícola regional que nuestros antecesores visionaron.
En momentos en que la actividad minera no es muy auspiciosa, la agricultura tecnificada e innovadora esta llamada a ser la solución o parte de la solución.
En eso estamos esperanzados.
Héctor Alfaro J