El anhelado retorno a clases presenciales de los escolares trajo consigo un aumento de casos de bullying y violencia escolar, que preocupan a toda la comunidad educativa y a las autoridades.
Los comportamientos violentos se podrían explicar cómo consecuencia del estrés y el aislamiento por la pandemia, y la adicción a las pantallas.
El pasado lunes 28 de marzo un grupo de estudiantes ovallinos de enseñanza media fueron protagonistas de una violenta riña, en la plaza de armas. La pelea fue registrada en video por un transeúnte, y en él quedó evidencia, además, que los jóvenes utilizaban objetos contundentes.
Este hecho se suma a otros similares que ocurrieron durante el mes de marzo en distintos establecimientos educacionales del país y de la región, los que fueron difundidos a través de redes sociales y que junto al aumento de las denuncias de casos de bullying preocupan a la comunidad educativa.
En la capital limarina las declaraciones de las autoridades no se hicieron esperar, manifestando su preocupación y las medidas que tomarán para contrarrestar la violencia entre los escolares.
Este es el caso del Colegio Bicentenario de las Artes Eliseo Videla Jorquera, desde donde señalaron que tomaron “conocimiento de los hechos de violencia acontecidos… y que involucran a estudiantes de nuestro colegio”. A la vez, sostuvieron que condenan “públicamente la violencia como recurso de resolución de conflictos entre los/as estudiantes, entre miembros de la comunidad escolar u otros actores de la sociedad”.
Al mismo tiempo, desde el establecimiento afirmaron que velan día a día por el bienestar emocional, físico, social y educativo de todos/as sus estudiantes, por lo que destinaron parte de la jornada del 29 de marzo a desarrollar talleres y conversaciones orientadas hacia “el respeto a la no violencia y resolución pacífica de los conflictos”, temas que, aseguran, se abordan transversalmente en el curriculum de los estudiantes, en el año escolar.
Violencia predecible
Según los expertos, los hechos de violencia entre los escolares eran predecibles, puesto que en el último tiempo los niños, niñas y adolescentes se han visto expuestos a una violencia sistemática, al estrés de la pandemia, y a una sobre exposición a pantallas: celulares, computadores, televisión; con acceso a contenido violento, videos juegos y redes sociales.
A esto hay que agregar la pérdida de habilidades sociales, producto de las cuarentenas y la falta de clases presenciales.
Cabe mencionar además que en junio del año pasado, la UNICEF advirtió que la pandemia de Covid-19 incrementó la violencia contra los niños y niñas en América Latina y el Caribe en donde “ya se registraba una alta prevalencia de violencia contra la niñez. La disciplina violenta –que incluye el uso de castigo físico y psicológico– afectaba a casi 75 por ciento de los niños y niñas de 3 a 4 años, de los cuales más de la mitad sufría castigo físico”, señaló el organismo internacional.
Para Daniel Bustamante Guerrero, psicólogo clínico infanto-juvenil, terapeuta de juego, docente del IP-CFT Santo Tomás y Director del Centro Psicológico Amarte, “estas situaciones eran predecibles, antes hubo un estallido social que, justamente pone en evidencia que las cosas y el sistema educativo debían ser repensados, ya que lamentablemente siempre han estado vistos desde el adulto, y no desde las necesidades reales de los niños y los jóvenes, quienes ya estaban en un ambiente difícil, mal tratante, donde no había educación emocional”, dice el profesional.
Con la llegada de la pandemia, estas condiciones se agravaron, en niños, niñas y adolescentes, según menciona Bustamante, que ya estaban sometidos “a malos tratos en contextos cotidianos”, con gritos, amenazas y castigos. “Y por supuesto un niño que está criado en un ambiente violento va a ser violento”, sostiene el sicólogo.
Por otra parte, el terapeuta cree que “hay un alta cuota de estrés y eso repercute en la memoria, en el aprendizaje. Y estamos pensando en el colegio sólo en evaluar, en controlar y no anticipar y no preparar este regreso a clases, considerar las necesidades emocionales de los niños de ser protegidos y cuidados. ¿Cómo van a haber 45 alumnos encerrados en un espacio mirándose todos la cabeza, sin espacios grupales para encontrarse y comunicarse?”, dice Bustamante y agrega que el sistema escolar es “altamente competitivo, no está orientado a la cooperación”.
Adicción a las pantallas
Otro de los orígenes de la mayor agresividad entre los estudiantes, podría explicarse por la sobreexposición de los niños, niñas y adolescentes a las pantallas.
Daniel Bustamante señala al respecto que “la exposición al internet, de los niños y los adolescentes, a videojuegos sin control parental, donde hay violencia explícita tiene un impacto, observar y vivir la violencia en las redes sociales tiene un impacto, genera adicción. Ya está catalogada por la OMS, la adicción a los videojuegos, a las pantallas, como un trastorno mental. Lamentablemente las pantallas vinieron sin un manual de uso, por lo que hay que invitar a la cautela, y efectivamente está dañando el sueño, hay mayor sedentarismo, trastornos de ansiedad, depresión, suicidio”.
Estrés sostenido
Los comportamientos violentos tendrían también una explicación en una reacción física del cerebro frente al estrés. Ante situaciones de peligro este produce una sustancia denominada cortisol, que le permite estar alerta. Sin embargo, el sicólogo Daniel Bustamante, advierte que “estamos en una sociedad intoxicada por cortisol” producto de una violencia sistemática. El profesional señala que “efectivamente el cortisol mata neuronas y hace que se enlentezca el cerebro y que se encoja. De hecho el cerebro frente al cortisol, a este estrés sostenido, nos lleva a la irritabilidad, a la agresividad, que nos volvamos más demandantes, intransigentes”.
Momento de volver a la ternura y a educar en emociones
Como comunidad la preocupación está en evitar que los episodios de violencia y bullying se repitan en el ámbito escolar. Desde la mirada del experto en sicología infantil y juvenil, para ello “es urgente, desde nuestra sociedad y los sistemas educacionales primarios, secundarios y también en la educación superior, atender al bienestar de las personas, hay que promover un desarrollo sano” emocional y mentalmente.
El foco, según Bustamante, debe estar puesto en la salud mental, y “reivindicar la ternura, esa mirada, esa sonrisa, quizás esos abrazos que hemos ido perdiendo al estar en inercia, como piloto automático, frente a estas presiones sostenidas. Ya no nos encontramos, no nos comunicamos, entonces creo que hay que validar la calidad del vínculo humano”.
A esto agrega que, debemos educar en emociones pues “el encierro ha provocado el menor desarrollo de habilidades sociales. Es momento de actuar, de apoyarnos y de hablar de estos temas de salud mental, porque sabíamos que iba a ver una crisis. La pandemia lamentablemente no ha terminado y es momento de poder acompañar, de esta ternura que propongo y creo que el arte, la lectura, la escritura y el juego son vitales para poder recuperar y reparar la salud mental y el cerebro de estos niños y niñas y por supuesto también de estas familias y la comunidad completa.
Por: Claudia Guerra Calderón