Lo Republicano

La memoria de los chilenos sirve para recordar penales, comerciales o finales de novelas, pero la mala memoria política es un fenómeno sociológicamente patológico. Hoy más que nunca hace falta la clase de historia o, en su defecto, de ciudadanía.

Ni los millenials, ni los Z, quizás ni a los contemporáneos cuarentones (y un poquito más) parecen darse cuenta que estamos volviendo a repetir la historia, como siempre ocurre, lamentablemente.

Y confieso que, a  pesar de mis esfuerzos por ser tolerante, por enseñar el respeto a diversidad, a los distintos pensamientoa y creencias porque me crié en un país donde si  pensabas distinto te desaparecían, te asesinaban o torturaban, quizás mi tolerancia tenga un límite.

Es que nos costó tanto que se respetaran las libertades o los derechos que  veo el renacer de la intolerancia, de la homofobia, de lo misógino disfrazado de «lo republicano» que asusta, pues en este nuevo partido político, la libertad, la igualdad y la fraternidad no existen como Principios Republicanos. 

Los hemos vistos criticar , rasgar vestiduras  y acudir a la divinidad por la aprobación de una ley de aborto que no te obliga a abortar o ante la idea del matrimonio homosexual o de adopción monoparental,  pero siguen justificando, protegiendo y alabando   a los criminales que nos sumergieron en el oscurantismo y que no respetaron nada ni a nadie. Me  da hasta  miedo que quieran ser gobierno, que crezcan, que  convenzan a los desmemoriados y a las generaciones que ya no tendrán la clase de Historia. 

Me da miedo dejarles a mis hijos un país así, con partidos de derecha dura, porque sí es la derecha más dura y extrema, consecuente sí, con sus principios retrógrados y fundamentalistas. ¿ Habrá que respetarlos y ser tolerantes con su intolerancia anquilosada e histórica? Quizás.

Lo cierto es que los chilenos tenemos buena memoria para recordar penales, comerciales  o finales de novelas, pero la mala memoria política llega a ser un fenómeno  sociológicamente patológico, por decirlo de alguna manera.  

Por lo mismo, hoy más que  nunca nos hacen falta las clases de historia que se pretende sacar o en su defecto, nos hacen falta las clases de ciudadanía para no olvidar, para diferenciarlos, para reconocerlos.   

Por K Ardiles Irarrázabal
Columnista

OvalleHoy.cl