Madre, qué bendición puso Dios en este jardín, del cual brota un manantial de amor, que va llenando la vida de tanto hijo e hija.
Madre que nos llevas dentro del vientre, desde ahí nos vas entregando el amor y calor que hasta estos días nos nutre la vida.
Madre la que con dedicación nos amamanta en nuestros primeros meses, con esos pechos que sacian toda nuestra hambre y que con tus manos nos acarician trayéndonos la paz y el sosiego.
Madre la que vuelca todas las esperanzas por tomarnos la mano para dar nuestros primeros pasos, la que nos socorre cuando caemos o tropezamos.
Madre la que se desvela cuando pasamos aflicciones y enfermedades, que es capaz de amanecerse al lado nuestro, protegiéndonos en sus brazos, preocupada, dejando de lado sus horas de descanso.
Madre la que nos acompaña en nuestros primeros años de colegio, la que nos espera con los brazos abiertos para brindarnos un beso y ánimo para que vayamos marchando por la vida.
Madre la que nos corrige, nos alienta, nos educa en el amor, nos da la mano para seguir avanzando en la vida, pero nos muestra con su ejemplo los valores necesarios para crecer.
Madre la que siempre nos sorprende con algo especial o para que no nos demos cuenta del esfuerzo que realiza para que seamos hombres y mujeres de bien en el mañana.
Madre la que siempre está dispuesta a perdonar a pesar de que muchas veces la hemos engañado o hemos mentido.
Madre la que siempre está atenta a que nunca nos falte nada, a pesar de despojarse o limitarse pero lo hace sin esperar nada a cambio.
Madre la que está preocupada cuando no llegamos y es capaz de levantarse en la madrugada para brindarnos su ternura o prepararnos algo para comer.
Madre a la cual siempre recurrimos cuando nos encontramos en dificultades y nos cobija entre sus brazos para levantarnos y darnos ánimo para seguir por esta vida.
Madre la que muchas veces oculta su tristeza o su llanto, para que no nos demos cuenta de lo difícil que ha sido para ella la vida, en la cuales postergo muchas cosas por dar todo, incluso su felicidad.
Madre la que sigue haciéndose cargo de nuestros hijos(as) para que salgamos adelante en la vida y lo hace sin tener ninguna recompensa sólo lo realiza por el gran amor que nos tiene.
Madre a pesar de los años todavía no se dimensionar lo importante que ha sido tu ayuda, tu compresión, tu amor desinteresado, pero sobretodo tu compañía, esa que silenciosamente me fue moldeando en la vida.
Madre al pasar los años tu figura se agiganta cada día más y tú ya no estas a mi lado me he dado cuenta que tú eres lo más maravilloso, lo más grandioso que ha pasado en mi vida y sé que donde estés vas a seguir brindándome la protección, pero sobre todo la bendición, hasta que nos encontremos nuevamente y al igual que siendo niño me acunaras en tus rodillas, me llenaras de tu amor, de tus besos y agradecido te entregaré un abrazo para mitigar en algo lo que tú fuiste para mi vida.
Gracias Madre por que Dios me entregó el más valioso tesoro, en el cual encontré la mejor compañía, la más noble de las personas.
Gracias aunque es tarde pero quiero gritarlo a los cuatro vientos: fuiste, serás, eras la mejor de las madres; mi madre amada Aída.
Tu hijo.
Hugo Ramírez Cordova.