Con el destape de los casos negligencia en los centros de internación del Servicio Nacional de Menores, y de todos los abusos hacia niños y adolescente ocurridos dentro de la institución, se hace necesario crear conciencia sobre qué es el maltrato infantil, no necesariamente por las repercusiones legales que pueda tener sobre los adultos responsables, sino por el daño que esto les causa a los niños.
“El SENAME busca como última alternativa internar a los niños, antes de eso, existen diferentes tipas de programas que abordan diferentes grados de la cronicidad del maltrato”, manifestó la trabajadora social Belén Rojas Bonilla, quien ha trabajado en distintos programas de la red SENAME, en la región de Coquimbo.
Cabe señalar que se entiende como maltrato infantil todos aquellos actos de violencia física, sexual o emocional sea en el grupo familiar o en el entorno social que se cometen en contra de niños, niñas y adolescentes de manera habitual u ocasional.
En caso de maltrato físico, se refiere a cualquier acción no accidental por parte de cuidadores, madres o padres, que promueven el daño físico enfermedad en el niño/a adolescente. Puede tratarse de un castigo único o repetido y su magnitud es variable (grave- menos grave-leve).
En cambio, el maltrato emocional o psicológico, se trata del hostigamiento, verbal habitual por medio de críticas, ridiculizaciones, humillaciones, así como la indiferencia o el rechazo explícito, se considera también ser testigo de violencia entre otros miembros de la familia.
Ahora bien, la falta de protección y de cuidado mínimo por parte de quienes tienen el deber de hacerlo, que se asocia a la insatisfacción de necesidades, básicas, emocionales, intelectuales o psicológicas, también es un tipo de maltrato y se denomina negligencia.
Una realidad invisible
“El maltrato infantil es transversal en los estratos socioeconómicos, aunque en los sectores economicos altos se invisibiliza, ya que no se denuncia , y se recurre a a instituciones privadas para concretar una intervención” señaló Belén Rojas, añadiendo “nuestra sociedad invisibiliza el maltrato, ya que está normalizado y por ende silenciado”.
La profesional explicó a su vez, que en el caso de la provincia del Limarí “en las zonas rurales está arraigado a la cultura de las personas el correctivo para el niño o niña”.
Como país estamos adscritos a la Convención del Derecho del niño, esto quiere decir que se deben resguardar y proteger nuestros infantes, respetando sus derechos intrínsecos por ser personas. “Es necesario que los adultos se concienticen sobre el tema, porque no está bien agredir a un niño o niña, ya que, estos están aprendiendo y existen otras formas de enseñanza que no atenten contra su integridad”.
SENAME: Lo bueno y lo malo
Existen evidencias suficientes para afirmar que los centros residenciales del Servicio Nacional de Menores son ineficientes y negligentes, además, hay que agregar “ la deuda histórica con la salud mental de los niños, que evidencia que falta desarrollar políticas públicas que pongan como prioridad la integridad psicológica de los niños y adolescentes de nuestra comuna y país», como puntualizó la trabajadora social.
No obstante, la profesional titulada de la Universidad Santo Tomás, manifiesta que “el organismo público tiene el estigma de quitar a los niños, pero la verdad es que eso se hace efectivo como última instancia. Antes, existen distintos tipos de programas ambulatorios en los cuales se trabaja con los niños y adolescentes y sus padres o tutores, los cuales son buenas instancias para frenar el maltrato y prevenir las residencias».
Finalmente, es necesario poner el tema en discusión en el tapete porque como señala Rojas” «culturalmente el derecho de los niños no es una temática que esté en discusión y la sociedad requiere instancias donde se aborde la temática, ya sea en colegios, centro de saluda, en las familias, entre otros».