Necesitamos urgentemente más arte y menos matemática. Más filosofía y menos lenguaje. Más religión y menos iglesias en las aulas. Sólo así respetaremos las diferencias individuales, sólo así formaremos ciudadanos pensantes, libres, con opinión, resilientes, respetuosos.
Asistí a una reunión donde el docente inculcaba a los apoderados y apoderadas: “no olviden , los niños con pelo corto como debe ser ; las niñas con pelo tomado como debe ser”. Me pareció tan anacrónico, tan ridículamente tradicional, diametralmente opuesto a lo que se vive hoy con los/as estudiantes tratando de romper los cánones impuestos por siglos. Pensé: “Como debe ser ¿dónde? ¿En el ejército? ¿en 1900? ¿Y quien dice que “debe ser” así?. Para aclarar el contexto, ahí se anota negativamente a un estudiante por ir con parca negra y no azul marino como lo establece el famoso reglamento interno, aun viendo que entre azul marino y negro hay una diferencia mínima. Pero así “debe ser” ¿o no?; educamos para seguir las reglas al pie de la letra, sin cuestionamientos. Así transformamos a seres pensantes en seres sumisos, en ladrillos del mismo tamaño, del mismo color. Después los jóvenes se enfrentan a otra realidad, fracasan y no resisten los avatares que depara el camino. Así psiquiatras y sicólogos tiene trabajo asegurado atendiendo a los desadaptados.
Al día siguiente tuve la oportunidad de escuchar en vivo y en directo, nadie me lo contó, a un alto personero del Ministerio de Educación quien terminó por convencerme que estamos muy, demasiado, totalmente equivocados. El señor en cuestión daba ejemplos de lo importante que es el alcanzar los objetivos que propone el sagrado currículum : “si hay algún tema que salga en la interacción con los alumnos, pueden hablar con sus estudiantes de ese tema, pero no pierdan el foco, lo importante es el objetivo, eso es lo importante”. ¡Wau! Así de mal y había cincuenta testigos, no sólo yo.
¿Qué importa los intereses de las /os estudiantes? ¿Qué importa si hay temas que les sean más interesantes o más cercanos a ellos/as que la trigonometría o el tipo de narrador? No. No importan. Lo que importa es lo que dice los expertos, lo que importa es salir bien en esa aberración, en ese monstruo totalitario y castigador llamado SIMCE; esa evaluación estandarizada que según los “expertos en educación” refleja la calidad de la educación; una prueba que rompe el sentido común, que no respeta los procesos ni las características individuales, ni los intereses ni las formas que cada uno tiene de aprender. Y aunque hay un leve cambio en el proceso, lenguaje y matemática siguen siendo las asignaturas importantes, troncales, como absurdamente se les llama ahora.
Sin ser experto como muchos otros, entiendo que a algún genio se le ocurrió que entre más horas de estas dos asignaturas mejor. ¿Mejor para qué? Y ¿acaso el arte es menos importante? ¿Acaso filosofía es menos importante que gramática?. Veamos. Apenas dos horas de música, dos de filosofía (recién en tercero medio). Ni hablar de religión. Deberíamos enseñar todas las religiones para que nuestros hijos e hijas en algún momento pudiesen elegir libremente, con fundamentos e informados.
También deberíamos cambiar esas pocas horas de historia en donde someramente y con suerte se aprenden el nombre de los pueblos que vieron nacer a este país, para conocer y vivenciar cada tradición de los pueblos originarios. Así no hubiéramos permitido jamás Fuerzas Especiales “combatiendo al mapuche terrorista” porque hubiéramos enseñado el respeto irrestricto a nuestros pueblos y hubiésemos defendido la paz y la cultura. Pero el currículo no existe para defender, sino para servir a los poderosos. Tan equivocados estamos con este currículum que basta leer este estudio de las pedagogías con menos egresados. ( http://www.latercera.com/nacional/noticia/las-pedagogias-estan-peligro-extincion/235242/) Es vergonzoso. Por algo es así.
Además se fomenta la competencia por sobre la cooperación, aunque digan que no es así. Nos embarcamos en la competencia absurda de la OCDE; hemos invertido/gastado tanto dinero en educación que pudimos construir ciudades completas y no sólo no se mejora en las evaluaciones internacionales (estandarizadas, obvio), sino que además nos transformamos en términos axiológicos en un país de morondanga donde es más importante el peinado de Arturo o las vacaciones de Alexis que enseñar a dar el asiento a los adultos en el micro.
Es increíble que un chofer de un microbus se detenga, se pare y le dé el asiento a una dama embarazada porque nadie cedió el suyo sólo porque pagó el pasaje y tienen derecho a irse sentados/as. ¡Y esa amabilidad del chofer fue noticia! Así de mal. Ni hablar del respeto que se perdió no sé dónde. Golpearon a una profesora y la famosa Superintendencia de educación, lo más probable es que esté preguntado por sus famosos protocolos para evitar eso. Deberíamos estar en las calles protestando por aquellos apoderados y estudiantes que agreden todos los días a los/as docentes porque se les exige más compromiso en el apoyo a sus hijos/as. Y ojo, a los/as docentes que protestan no se les da un bonito de veinte millones por término de conflicto. No. Ni pensarlo. Ese privilegio es de algunos.
En fin, entre más años paso en educación más convencido estoy que nos hemos olvidado de formar personas, de formar ciudadanos pensantes y no ladrillos en la pared porque es más importante un puntaje; perdimos el sentido del educere.
Necesitamos urgentemente más arte y menos matemática. Más filosofía y menos lenguaje. Más religión y menos iglesias en las aulas. Sólo así respetaremos las diferencias individuales, sólo así formaremos ciudadanos pensantes, libres, con opinión, resilientes, respetuosos. Por eso me alegro lo que ocurre en los colegios o en las universidades, donde un grupo de jóvenes se cansaron de los abusos, de los patriarcas todopoderosos y las tradiciones mal entendidas. Ojalá eso llegue a alguna parte, ojalá algún día tambaleen y se cambien las bases de este sistema educativo. Así sea.
Columnista