Es que mi esposa recuerda ese 16 de septiembre del 2015 cuando salí al balcón a instalar el emblema patrio y estaba en eso cuando comenzó el zangoloteo.
Y la Gorda gritando desesperada desde el dormitorio:
- Sale de ahí, sale de ahí que está temblando fuerte.
Ella estaba sentada en la cama con nuestra nieta, la Gusanita de Choclo, ese entonces de pocos meses, apretada contra el pecho .
En dos tiempos, entré y fui a la mesita del televisor de pantalla plana y de 52 pulgadas para sujetarlo e impedir que cayera al suelo:
- ¿Pero que haces ahí? , ven a ayudarnos a nosotras. – volvió a gritar mi esposa viendo que el temblor continuaba y todo comenzaba a caer alrededor.
- ¡Pero Gorda, si el televisor está nuevo. Recién llevo pagadas cuatro cuotas – le explico.
Pero no hay caso. Entonces fui donde ella para acompañarla hasta que terminó el movimiento sísmico.
Y debo decir que me porté como un valiente. Digno heredero de O’Higgins, Manuel Rodríguez, de los hermanos Carrera, y todos esos próceres de la Patria.
Porque en circunstancias normales hubiera bajado corriendo las escalas, abierto la puerta de calle, para luego – instalado en la mitad de la calle – gritar instrucciones hacia la casa:
- Gorda, salgan de la casa. Saca a las niñas. No te olvides de cerrar la llave del gas, y de las perritas…
Es decir, como el Líder que indica el camino a sus seguidores para puedan escapar ilesos.
Es que yo en realidad le tengo pánico a los temblores y al primer movimiento salgo disparado hacia la calle. Para los vecinos soy un espectáculo. En ocasiones he salido de madrugada en calzoncillo y los vecinos asoman la cabeza para mirarme y reír.
- Miren al vecino, está en pelotas en la calle – oigo gritar a los niños desde las ventanas – pero no me importa.
Hasta que la Gorda me grita desde el balcón:
- Éntrate luego pelado cobarde, mira que estás haciendo el ridículo pelado ahí en la calle. El temblor terminó hace rato. Además que te vas a resfriar.
El martes era la Gorda la que no quería que pusiera la bandera, recordando los traumáticos hechos del 16 de septiembre del 2015.
- No se te vaya a ocurrir poner la bandera – me había advertido.
- Pero Gorda, si no pasa nada!!
Porfiado el hombre, voy y pongo la bandera apoyado el mástil en la reja de la casa.
Minutos mas tarde, viene el remezón de 4. 9 Richter con epicentro en Ovalle.
Y la Gorda, la agarra conmigo responsabilizándome del movimiento telúrico:
- Viste porfiado… te dije que no pusieras la bandera!!
Ahora le ha contado a todo el mundo que el responsable del temblor fui yo.
Mario Banic Illanes
Escritor