Los hechos de violencia en nuestro país se vienen repitiendo desde hace bastante tiempo y estos han adoptado diferentes formas, pues no sólo hablamos de los ataques incendiarios, de asesinatos, de saqueos, de desórdenes públicos, de agresión a las fuerzas de paz, sino también de aquellos que incitan y justifican la violencia como un modo de comportamiento social válido y medida de precisión política.
Solo basta recordar la ignominiosa frase de la Presidenta de Revolución Democrática (RD), cuando hiciera púbico la frase “En Chile la vida de un pobre no vale nada ¿cómo quieren que no lo quememos todo?”, con esta frase la integrante del Poder Legislativo de nuestro país hacía referencia a la quema de diez edificios en la ciudad de Panguipulli, luego de la muerte del malabarista, edificios que fueron quemados, no por accidente, sino en una acción premeditada, concertada y con acelerantes.
Esta frase deja de manifiesto cual es realmente el deseo para con el país, de la izquierda y sus “compinches”, y esto es quemarlo, destruirlo y dividirlo, sin importarles los medios que se deban utilizar para conseguir sus objetivos, con tal de obtenerlos; este tipo de declaraciones son francamente inaceptables, pues además de ser de una irresponsabilidad suprema, es indigno de cualquier parlamentario que juró o prometió respetar la Constitución y hacer cumplir las Leyes. Con esta frase, la Diputada no hace más que incitar a la alteración del orden público con violencia extrema, por lo que se justificaría el cese de sus funciones, conforme el artículo sesenta, inciso cuarto de nuestra Carta Magna que indica: “Sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso séptimo del número 15 del artículo 19, cesará, asimismo, en sus funciones el diputado o senador que de palabra o por escrito incite a la alteración del orden público o propicie el cambio del orden público institucional por medios distintos de los que establece esta Constitución, o que comprometa gravemente la seguridad o el honor de la Nación.”, cuestión que si la analizamos fríamente, prácticamente la totalidad de quienes componen los partidos del Frente Amplio, Revolución Democrática, Socialistas y Comunistas debiesen cesar en sus cargos, pues han de una u otra forma incurrido en actos o conductas del tipo descrito en el inciso antes señalado.
Actos como el cometido por el Diputado Boric al posar con una camiseta que tenía estampada el rostro baleado de un Senador elegido democráticamente, sumado a ello, el haberse juntado con su asesino (prófugo), las intervenciones de las Diputadas Vallejos, Cariola, abogando para que se les ceda territorio chileno a Bolivia entre otras cosas. Las “amenazas” del Senador Navarro al decir que “Si Piñera veta el 10% tendrá que huir en helicóptero de La Moneda”; las mil y una frase, acto y conducta del Diputado Hugo Gutiérrez, el autoproclamado “supra ciudadano”, las presiones que ejercen diferentes legisladores para la liberación de delincuentes confesos, procesados y acusados formalmente ajustado a derecho y con todas las garantías que se les concede e insisten en que son presos políticos cuando en estricto rigor no son más que delincuentes y nada más, no son presos políticos, sino que utilizan ese “juego” de palabras para hacer, lo que hacen mejor confundir y desviar la atención.
Es lamentable como se ha estado utilizando la violencia como modo de comportamiento social y medida de presión política, porque la violencia no solo tiene un efecto presente; sino uno potencial, en el que se puede ver fuertemente comprometido como la historia nos lo ha enseñado a lo largo de los años la estabilidad de un país, con guerras civiles, rupturas institucionales, Estados Fallidos, etc. No dejemos que Chile avance a un precipicio sin retorno, exijamos que nuestras autoridades sean dignas de dirigir a esta Nación y no ilusionistas, dispuestos a “vender” a su patria al mejor postor.
Susana Verdugo Baraona