Se afirma que la Estatua de la Justicia es una de las esculturas más conocidas en todo el mundo y está presente en los Palacios de Justicia en los siete continentes. Inspirada en la diosa griega Temis que significa orden.
Sus elementos clásicos que suele sostener son: una balanza que es el símbolo que mide los pesos de cada lado; una espada que representa la ejecución de tales medidas y, finalmente, la venda de los ojos que nos indicaría decisiones sabias, objetivas e imparciales sin influencias de ninguna especie. Sospecho que, por lo menos, esa era la idea y la intención que animó a sus creadores.
Lamentablemente, mucha agua ha corrido por debajo de innumerables puentes. No somos escasos aquellos que poco creemos en la justicia: la puerta giratoria, la influencia del dinero y, muy especialmente, el silencio cómplice y vergonzoso de muchos jueces en momentos claves de la historia de nuestro querido país. También cuenta el caso de delincuentes que fingen locura. ¿Recuerda usted aquel dictador de la silla de ruedas y que después se hizo el loco?
Sepa también que mientras muchas madres chilenas afanosamente buscaban a sus hijos detenidos y hechos desaparecer por una siniestra policía secreta, el Presidente de la Corte Suprema de Justicia de nuestro país, Don Israel Bórquez Montero contestaba: “¡Me tienen curco los detenidos-desaparecidos ! ¡Pregúntenle a la Vicaría!”
En documentos desclasificados de la CIA se informa de una reunión (Agosto 1978) de Bórquez con un militar genocida quien solicitaba al juez que se impidiera la extradición del Mamo a los Estados Unidos por el asesinato de Orlando Letelier, frente a lo cual Bórquez: “… prometió que haría todo lo posible …”. Suprema estulticia. Como para no creerlo, la autoridad máxima de la institución que se supone debe practicar, velar y aplicar los ideales, valores y principios que representa la diosa griega señalada.
Días más tarde, la Cámara de Diputados declaró póstumamente a Bórquez como una “vergüenza nacional”, aprobado por 69 votos a favor y 23 en contra, y solicitó al Poder Judicial retirar las imágenes del fallecido juez de sus dependencias y que no se le realicen homenajes. “Era que no!” Luctuosos episodios, entre otros, como los de este objetivo e imparcial (¿) magistrado hacen que la imagen de aquella escultura se transforme.

Razón tiene la escultura para sentirse avergonzada. He aquí algunos otros ejemplos:
- El caso farmacias. Se coludieron para subir fraudulentamente los precios de determinados remedios. Distintos ejecutivos de esas cadenas farmacéuticas se presentaron ante la justicia penal, los delitos que se les imputaban no pudieron ser comprobados Quedaron en libertad.
- Caso Penta confirmaba una condena de cuatro años de presidio menor en su grado máximo, castigo que pueden eludir si asisten a clases de ética. Algo así como “escriban cien veces no debo hacer fraudes”. También se les aplicó una multa de $ 857 millones que equivale a, apenas, al 50% de los tributos eludidos. Super bonito: usted roba 1 millón y lo castigan a devolver sólo la mitad.
- Agrosuper, Ariztía, Don Pollo y la colusión en el precio del pollo fresco. Multa de 58 millones de dólares. Pero, ¿cuánto realmente ganaron durante todos esos años con precios coludidos? Una de estas empresas alegó que siempre han actuado “con pleno apego a las leyes y reglamentos que rigen los mercados productivos nacionales”. Care´rajismo puro.
- Caso PacoGate. Fraude cercano a los 30 mil millones de pesos. Ya se han escuchado defensas en el sentido que son errores administrativos y que estaría prescrito.
- Hernán Canales (39), atropellado la madrugada del 18 de septiembre de 2013 en una oscura ruta de Curanipe, Maule. El jeep lo conducía Martín Larraín Hurtado, hijo menor del Presidente RN, Carlos Larraín. Lo arrolló y luego escapó. Los abogados de Larraín pagaron 10 millones a la viuda para que desistiera de su querella. Así se facilitó su proceso judicial y por eso se le asignó sólo pena remitida.
- Caso de 5 años de cárcel para hombre que robó 5 kilos de paltas en Quillota.
- Caso Hornos de Lonquén. Quince campesinos fueron ilegalmente arrestados, amarrados y lanzados, probablemente vivos, en horno de mina de cal. El Capitán Lautaro Castro argumentó que habían sido acribillados por otros supuestos extremistas. El Ministro Bañados calificó esta versión como “intrínsecamente inverosímil”. El Instituto Médico Legal determinó que ninguno de ellos tenía perforaciones de proyectiles. Un fiscal militar encargó reos a 8 carabineros. Al mes siguiente aplicó la Ley de Amnistía, quedaron libres y se sobreseyó la causa. Los restos fueron sacados subrepticiamente de ese Instituto y enterrados en fosa común en el marco de la operación “Retiro de Televisores”.
- Caso abogado Jaime Millán Stuven, que enfada al juez Manuel Pérez Sánchez, por errores ortográficos de escritos presentados al II Juzgado de Policía local de Puerto Montt. Alega el magistrado que Millán Stuven escribe taza en lugar de tasa cuando se refiere a un tipo de interés, “seda el paso” por “ceda el paso”, “mato grosso” cuando debería decir “grosso modo”. Valga la paradoja, pero la Corte Suprema le señaló al juez que «omita emitir pronunciamientos o apreciaciones que escapen al ámbito jurídico legal». En consecuencia, si a un abogado se le ocurre inventar un término, como por ejemplo, “inamible”, ¿ya habría jurisprudencia a su favor? Creo que sería necesario la recomendación de ese cuento de Baldomero Lillo. Y parece que el abogado en cuestión no luce mucho respeto por el idioma, cuestión que no deja de llamarme la atención porque los abogados que, yo por lo menos acostumbro a saludar, se distinguen por, aparte de ser buenas personas, formal y elegantemente bien vestidos, cultos en exceso y con ortografía digna de Cervantes, Shakespeare, García Márquez, Mario Banic y otros grandes como éstos. Acusa que tampoco usa tildes y puntuación en sus documentos. Para esto, recomendaría la lectura de “Perdón, imposible” del autor español José Antonio Millán (ojo con la paradoja y coincidencia de los apellidos) quien cuenta: Un monarca debía firmar la sentencia “PERDÓN IMPOSIBLE, QUE CUMPLA SU CONDENA A MUERTE”. Antes de firmar cambió el sitio de la coma y resultó: “PERDÓN, IMPOSIBLE QUE CUMPLA SU CONDENA A MUERTE”. Y así salvó algún condenado. Finalizo esta parte recomendando unas líneas de nuestro gran poeta parralino: “… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras…”, que nos invita a respetar el idioma. Las palabras debemos tomarlas con pinzas porque el lenguaje crea realidades. ¿O acaso a usted le da lo mismo decir dictadura o gobierno militar?
- Caso pueblo mapuche. La tarde del 14 de noviembre fue testigo mudo del asesinato del comunero mapuche Camilo Catrillanca por parte del Comando Jungla del GOPE de Carabineros de Chile. De ahí en adelante, mentiras por doquier. El ex Intendente Luis Mayol acusó al asesinado de participar en un asalto y robo de vehículos. Se mostró un carro policial con perforaciones de balas de un tiroteo que nunca existió. El Ministro de Interior Chadwick ahora afirma que no escuchó bien la comunicación de un general de Carabineros. ¿Otra intrínseca inverosimilitud? Afirmaron que no había grabaciones del operativo. Posteriormente se reconoció lo contrario pero, que la grabación se borró por contenidos íntimos del carabinero que la portaba. La Diputada Jiles preguntó si este carabinero efectuaba esas escenas íntimas con el casco puesto. El autor de los disparos asegura que disparó a la parte baja del tractor. Casi al suelo. A Camilo Catrillanca lo asesinaron con certero disparo en su nuca. Por lo tanto, se deduce que el tractor se desplazaba invertido como se ilustra en la imagen siguiente:

Apenas se manejar sólo automáticos y nunca me he subido a un tractor. ¿Usted, amable lector, cree posible que haya sucedido como lo describe quien disparó? ¿No le parecen que son argumentos pa´la risa?
Permítame recomendarles el ensayo “GEORGE ORWELL Y LA FUNCIÓN MORAL DEL LENGUAJE” de Luis Alberto Lázaro Lafuente. Aquí nos ofrece una receta: “…utilizar el lenguaje con sencillez, claridad y precisión. De esta forma, el lenguaje será efectivamente un medio de comunicación, un instrumento que sirva para reflejar fielmente la realidad y no para falsearla. Orwell, propone, entonces, un lenguaje transparente en el que las mentiras aparezcan como mentiras… Para el autor de “1984”, si el lenguaje goza de buena salud, la sociedad también… no está por razones estéticas, sino más bien por razones éticas…”
Pensar que estos argumentos, razones, respuestas y otros se usan en tribunales. Es como para no creerlo. Más bien parece una vulgar chacota. Esto no es nuevo. Reconozcamos que, pese al paso del tiempo, el uso perverso y obsceno del lenguaje para engañar a la justicia no es privativo de un lugar concreto o de una época determinada. Fíjese usted que incluso en los tribunales de Ovalle aparece un episodio tragicómico como el descrito. En efecto, por allá en los años 50 según cuenta Don Arturo Jiménez Villarreal en su libro “Ovalle, Estampas de Ayer”: “… Don Miguel Cortés era procesado por la muerte de un hombre al que había sorprendido robando choclos de un maizal de su propiedad. El Juez dictaba la declaración recién hecha y el secretario la transcribía en la máquina de escribir: “… y mientras rondaba el potrero escuché un trajín entre las matas… disparé un tiro al aire y el hombre cayó muerto…”. El secretario, frente a tamaña argumentación, abrió paréntesis y agregó de su propia cosecha: “… de lo que se desprende que el occiso iba volando”.
Raya para la suma. Pese a confesar mi desconfianza en la justicia actual, creo que debemos juntar ánimo y esperanzas en el sentido que todo puede cambiar. Me imagino que es como cuando enfrentamos un naufragio. Tenemos que nadar para acercarnos a algo o, por lo menos, flotar. Feo sería ayudar a ahogarnos nosotros mismos.
Otrosí: Favor entender que es mi opinión como la que usted, estimado lector, también tiene.
IVÁN R. ANTICEVIC B.
Profesor
