Chile es sin duda un país que se enfrenta cada temporada de verano a una serie de incendios forestales, principalmente por la mezcla de condiciones ambientales, especialmente el alza de temperaturas en los valles – cada vez mayor – y el viento en ciertos sectores. A esto, se suma nuestra irregular y compleja geografía, lo que finalmente sólo aumenta el alcance, duración y devastación de cada una de estas terribles emergencias.
En las últimas semanas ya hemos sido testigos de emergencias de alta magnitud. Pudimos ver directamente en la comuna de Monte Patria, en el mes de noviembre en el sector de Los Molles los efectos de un incendio que tuvo como consecuencia a vecinas y vecinos damnificados, perdiendo sus viviendas.
Y hoy, nos conmocionamos con la devastación en la ciudad de Viña del Mar, con cientos de viviendas perdidas, en un incendio que comenzó en un sector de bosque y se propagó por una quebrada, llegando el fuego en cuestión de minutos a sectores densamente poblados. Aún se desconoce la total magnitud de una catástrofe que duele especialmente pensando en las y los damnificados, pero que además nos muestra la fragilidad en la que nos encontramos cuando pensamos en el ordenamiento territorial y su poca coherencia con el cambio climático.
Sólo entre el 2020 y el 2021 los incendios forestales afectaron más de 35 mil hectáreas, y durante el periodo 2017 -2021 el promedio de eventos de este tipo alcanza la terrible cifra de 2.113 incendios. Hoy, debemos entender y asumir que este tipo de incendios serán una parte predominante en las temporadas de calor, cada vez más extremas y marcadas, por lo que la acción del Estado, debe necesariamente trabajar de forma paralela en una serie de dimensiones.
Hoy, debemos asumir que el desorden y la falta de fiscalización en la planificación territorial sólo aumenta las posibilidades de la afectación a vecinas y vecinas, por lo que es importantísimo desde ya trabajar de manera transversal en el reconocimiento, protección y mínima intervención de nuestros ecosistemas, no sólo pensando en estos terribles eventos, sino también la actividad sísmica, los aumentos bruscos de caudales y recuperación de quebradas del agua, entre muchos otros. Sí, tenemos una crisis habitacional, pero debemos enfrentarla desde un ordenamiento que tanto reconozca estas características, cómo así también busque proteger la vida de vecinas y vecinos. Valoro enormemente la disposición tanto del Presidente Boric, cómo de parlamentarias y parlamentarios de tomar este tema con la urgencia que se necesita.
Así también, precisamente esta semana recibimos para nuestra región un Helicóptero que operará Conaf para hacer frente a esta temporada, entendiendo la urgencia de contar cada vez con más recursos para buscar hacer frente a eventos que muchas veces son causados por el ser humano, pero que una vez activados son difícilmente extintos y de los cuales vemos hoy los terribles efectos que pueden tener. El desafío hoy es enorme, pues implica tanto buscar alternativas seguras para sectores en alto riesgo, la protección de nuestros ecosistemas, el cuidado de bosques nativos y la Eliminación de prácticas forestales que sólo aumentan los riesgos, etc. Y también el buscar generar conciencia sobre el terrible efecto de conductas humanas perjudiciales que tienen consecuencias tan graves como las vistas en estos días. Pero por sobre todo, el desafío desde el Estado, es generar una política integral que abarque una realidad ineludible: el cambio climático está teniendo efectos severos en nuestros ecosistemas y también en nuestras comunidades, y la urgencia no comenzó hoy, sino ya hace unos años.
Carolina Tello
Abogada y Diputada de la República