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Ovallina en el fin del mundo: Tiempos de cuarentena, una oportunidad para transformarnos

La  agricultura familiar campesina juega un rol importante en la cohesión social, la conservación de agrobiodiversidad, el cuidado del suelo y agua, regulación del clima, la oferta de servicios recreativos y de atención de la salud, junto con la mantención de paisajes bioculturales patrimoniales.

El escenario de pandemia mundial que estamos viviendo es desafiante y provocador sin duda, un tiempo que nos lleva a cambios profundos y, querámoslo o no, es una instancia que generará transformaciones.

Como ovallina que habita en el fin del mundo, la ciudad de Puerto Natales, en un entorno de naturaleza exuberante, el tiempo de permanecer en casa me invitó a reflexionar una vez más y quisiera compartirlo con ustedes.
En este contexto, lo primero que rememoro es “ante la adversidad, resiliencia”. La resiliencia es un concepto que define la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a las situaciones adversas. Asimismo, quienes acuñan este concepto psicodinámico afirman que se desarrolla aún más cuando las personas viven situaciones extremas. La razón que exponen, es que «es ahí en esos momentos donde el ser humano descubre fortalezas que muchas veces desconoce de sí mismo» y, en palabras simples, “es iniciar un nuevo desarrollo después de un trauma.” (Boris Cyrulnik). Lo importante aquí son las condiciones que lo permiten: la seguridad, la recuperación, las relaciones y la cultura.
Esta definición puede ser usada para nosotros mismos de manera personal, como también para comunidades. Y es aquí donde me quiero detener, sobre aquellos que quieran tomar la   decisión de ser un “territorio resiliente”.

El Valle del Limarí tiene una oportunidad única de revalorizar su patrimonio agro frutícola y llevarlo a estándares de calidad global, que le permitan orientarse hacia una agricultura sustentable (Gráfico 1). Tiene el desafío de posicionarse como una región que produzca y entregue alimentos aún en situaciones de conflicto o crisis; no nos olvidemos que sin comida el mundo no existe. Sin embargo, nuestro desafío también aumenta: el valor agregado hoy debe ser parte del sello que nos diferencie a modo de estrategia en este nuevo universo. Se debe caminar hacia prototipos renovados, incorporar trazabilidad,  producir menos, pero con mayor calidad, utilizando eficientemente los recursos para así llegar a mercados exigentes, tanto con las exportaciones actuales como con la producción local. Asimismo, debemos reorientar esta última hacia el mercado interno. A modo de dato existe una cifra interesante, la humanidad es principalmente alimentada por cerca de 570 millones de pequeños agricultores y agricultoras. Esta agricultura familiar usa, en promedio, menos de dos ha de superficie por unidad y representa entre un 12 y un 20% de la tierra agrícola mundial. Un antecedente es categórico: la pequeña agricultura produce al menos un 60-70% de los alimentos que se consumen en la actualidad. La  agricultura familiar campesina  juega un papel importante no sólo en la producción de alimentos, sino también en la cohesión social, el suministro de energía a partir de recursos renovables, la conservación de agrobiodiversidad (incluyendo semillas tradicionales), el cuidado del suelo y agua, regulación del clima, la oferta de servicios recreativos y de atención de la salud, junto con la mantención de paisajes bioculturales patrimoniales, entre otros. La agricultura familiar campesina da vida y alimenta a ciudades y la mayor parte de los pueblos del país. En estos tiempos de crisis, miles de agricultoras y agricultores en Chile no sólo se enfrentan a la incertidumbre sobre el cambio climático y las políticas agrícolas futuras, sino que también enfrentan las demandas de aumentar la producción de alimentos para alimentar a la población nacional (en un Mercado de importación impredecible y vulnerable en tiempos de crisis), al tiempo que deben reducir el impacto ecológico de los métodos de producción.

Por otro lado, gracias a la era digital, hoy podemos desarrollar y aumentar los canales de comercialización de los productos agrícolas y llegar a todo Chile incorporando las herramientas modernas que movilizan el mercado. 

Por eso es importante evaluar la propuesta de valor que queremos incorporar en la oferta para esta nueva era, en todos los ámbitos del sistema, ya sea como agricultores pequeños, empresas, organizaciones o industrias. ¿Cómo? Primeramente, respetando su entorno y eligiendo el sistema de producción que vaya acorde al ecosistema que habita, sin usar descontroladamente los recursos naturales de la región. En segundo lugar, tener una visión a futuro donde se realicen y adapten prácticas que garanticen la renovación de los recursos en los próximos años, generando un entorno de bienestar social a las personas que se involucran directa o indirectamente en su actividad económica; finalmente, garantizar todo lo que comprende la seguridad y soberanía alimentaria. 

Para ello es necesario obtener conclusiones y resultados concretos para saber cómo impacta la integración de sistemas a los negocios: costos de producción, mejor gestión,  mayor calidad, eficiencia y certeza en los datos, una visión más amplia, conocimiento, la tecnología a favor del campo y así una infinidad de opciones como la utilización de Big Data y OpenSources, que entregan un valor a lo ya ejecutado durante años. 

La transformación digital llegó para quedarse. Esta es una oportunidad para quienes aún no se han decidido a atravesar la esfera on line e incorporarla al modelo de negocios. Es absolutamente necesario establecer contacto con los clientes mediante un canal directo de comercialización que incorpore presencia activa en redes sociales, las que se constituyen hoy por hoy en plataformas sencillas, útiles y accesibles. Es imperativo que una Pyme tenga Facebook, Linkedin, Instagram. Estas redes permiten conocer el por qué, quién, cómo y cuándo el o los clientes están comprando o requiriendo de los servicios como empresa. Esta necesidad ha   quedado en evidencia en el cambio de comportamiento de las personas respecto al ecosistema digital que nos rodea. 

Para lograr el acceso a este ecosistema digital se necesita dinamizar, aumentar conocimiento, mejorar la comunicación y dialogo entre los actores participantes de este nuevo modus operandis a fin de mejorar competencias personales, empresariales y estatales, fortaleciendo instancias comunitarias tales como cooperativas y asociaciones sociales que permitan consolidar el trabajo colaborativo en equipo y lograr un mayor alcance.

Iniciativas exitosas como la Feria Modelo, asociaciones de productores de alimentos orgánicos, pequeños productores, podrían sumar alternativas de ferias digitales, ampliándose para ser visualizados en los ecosistemas, con alta presencia en plataformas y canal e commerce, manejo activo de redes sociales para promover instancias de ventas on line. La contingencia develó que las producciones de calidad, seleccionadas y con marketing digital adecuado son protagonistas y pueden llegar a cualquier lugar, logrando así robustecer la llegada a nichos específicos de consumidores. 

La digitalización tiene mayores exigencias porque genera una demanda de productos más competitivos (las producciones limitadas con denominación de origen son una buena muestra). Por ello, es necesario trabajar los contenidos e interactuar con la comunidad local para el desarrollo del “storytelling” o cómo contar una historia para cautivar, ese antecedente anexo que se agrega a la compra y que permite vender una experiencia. En el caso del Limarí, existe todo un universo de aquellas para explotar:  nuestro patrimonio ancestral, el campo y sus tradiciones, los cultores de identidad, las almas revalorizadas como la mujer campesina, el pequeño agricultor y quienes trabajan la tierra. Como pueden apreciar, somos mucho más que solo materias primas.

Creo firmemente que una real urgencia es elevar la digitalización como una política pública que permita tener grandes alcances a toda la población. Tenemos una gran deuda con este esquema matemático: a modo de ejemplo: el Estado debe avanzar hacia una firma electrónica gratis o subvencionada para ir sumando automatización, para poder realizar contratos con firma digital que tengan validez legal. Igualmente, se requiere avanzar en la creación de plataformas 4.0 con énfasis social, cuyo propósito y convicción sea cooperar con emprendedores/as y pequeños productores en el fortalecimiento de sus ventas, posicionándolos en el mercado y haciéndolos competitivos, pero de manera colaborativa, usando algoritmos de búsqueda y recomendación que no sean sesgados hacia los que tienen más recursos o mayor visibilidad, sino exhibiéndolos en igualdad de condiciones en una vitrina virtual logrando maximizar posibilidades para los más pequeños. Hoy más que nunca debemos reconocer el papel crítico que juega la agricultura familiar campesina para la mantención de la vida. apoyar decididamente a la agricultura familiar y al campesinado que alimenta a gran parte de las familias de Chile y el mundo

La economía cambió y debemos progresar internalizando nuevos modelos que sean sustentables para dar el salto cuántico en esta nueva era de regresar a nuestra raíz. Ahora nuestro esfuerzo será avanzar en continuar siendo una región que, pese a todo, tiene la mayor eficiencia del recurso hídrico a nivel país y mantenernos en esa senda para potenciar la agricultura como un modelo integral a seguir que nos va permitir vivir sustentablemente.

Gráfico 1: Muestra el empoderamiento del sector alimentos en toda su cadena productiva como un sector ganador en esta crisis mundial, en la medida que sea sustentable.

La comunidad, junto a los productores del área agrícola, deben apoderarse orgullosamente de su tradición campesina limarina y vanagloriarse de ser poseedores de un patrimonio agroindustrial que hay que preservar. Demás está decir el aporte al PIB del sector. Más que ese 6,8%, se trata más bien de mostrar un nuevo modelo a seguir en esta “segunda vida” post pandemia. Y el valor de nuestro origen es un buen comienzo; nos reconstruimos ajustándonos al nuevo paradigma en armonía con la naturaleza, con enfoque solidario y dando valor un mundo rural vivo, al pasado ancestral y al compromiso por el cuidado del territorio y el ecosistema.

En estos días de pandemias y crisis de los modelos globalizados de producción, se debe realizar un debate profundo sobre el futuro de los territorios agroalimentarios, el papel de la agricultura familiar y el fomento de estas actividades de modo de abrir un horizonte de posibilidades y perspectivas sanas y decentes para el conjunto de la población.

Se podría considerar inspiradora en estos tiempos, la frase de “La inteligencia es la habilidad de adaptarse a los cambios.” Cuando un descubrimiento llega y lo cambia todo, la habilidad para adaptarse a ese cambio es un logro. Ese logro, como decía Stephen Hawking, no es más que inteligencia.

Por Carmen Gloria Barrios R.

OvalleHoy.cl