Don Nelso Latorre Herrera estuvo presente en la generación de finales de los ochenta o mitad de los noventa acompañando con Papas Neu’s las noches, las tardes y los caminos de una juventud que comenzaba a vivir y que hoy… bueno, hoy está en esa etapa en que la vida va quitando cosas en vez de darlas.
Viernes. Como siempre, esperábamos la noche para salir. En realidad, lo que esperábamos, si no había una fiesta llena de lentos en casa de algún/a compañero/a o conocido/a, aunque generalmente eso era los sábados, era sentarnos en El Murito. Sí. Ahí nos sentábamos a conversar, a reír, a fumar, a compartir con chicos y chicas de otros colegios.
En frente, la plaza de armas bullía en jóvenes que daban vueltas y vueltas y vueltas y vueltas ( no por nada algunos lo llamaban cariñosamente “hueonódromo”) lanzándose challa, papel picado, intentando hacerse el simpático o simpática y, ojalá, salir pinchando con alguno/a de esos/as tantos y tantas jóvenes.
En algún momento de esos viernes en la noche, nos levantábamos y bajábamos una cuadra más para ir al «Neu’s», a comprar un cambucho de papas fritas. En invierno era muy agradable entrar a ese pequeño local que siempre estaba caluroso; en verano era difícil, pero valía la pena esperar.
Recuerdo al señor medio “gordito” siempre colorado por el calor y a la señorita que, si la memoria no me falla, hoy trabaja en le esquina de Portales. Obviamente, Don Nelso Latorre Herrera atendía personalmente, siempre muy amable. O estaba en la caja o tomaba también el pedido.
Fuera de viernes o sábado en la noche, en la semana, después de clases también hacíamos una vaquita para comprar un par de cambuchos para ir a esperar el micro en el paradero de la Galería Yagnam, ahí mismo en Vicuña Mackenna.
Lo que digo es que a veces en la vida hay personas que sin conocer más allá, independiente de todo lo que él o ella pudo ser o hacer, están presente en la vida colectiva de una u otra manera.
Don Nelso Latorre estuvo presente en nuestra generación por allá por finales de los ochenta o mitad de los noventa acompañando con Papas Neu’s las noches, las tardes y los caminos de una juventud que comenzaba a vivir y que hoy… Bueno, hoy está en esa etapa en que la vida va quitando cosas en vez de darlas.
Insisto, sólo lo conocí de vista, nada más, pero seguro no seré el único que recuerde esos años y en un rincón de esos recuerdos se encuentre él atendiendo la caja de su local. Leí que se había ido y ese recuerdo se evocó con cierta nostalgia, por decirlo de cierta forma.
Mis condolencias para su familia.
Y que él, esté bien donde esté.
K Ardiles Irarrázabal
Columnista