
A un par de cuadras de mi casa se encuentra una hermosa plazoleta que es el orgullo de sus vecinos. Y tienen justificada razón.
Es la plazoleta de la población Las Tranqueras, ubicada en calle Alberto Blest Gana, esquina con la avenida La Chimba, colindante con la cabecera sur del estadio Municipal.
Hasta ese lugar cada cierto tiempo – dos tres veces por semana – suelo llevar a alguna de mis nietas pequeñas para que corran por el césped, o jueguen en alguno de los dos columpios que existen en el lugar.
Es un sitio tranquilo, acogedor y hermoso.
Uno de los vecinos “fundadores” de la población, Elías Muñoz, me cuenta que cuando llegaron el lugar por ahí por 1982 era un peladero, y al poco tiempo lo convirtieron en una pequeña cancha de futbolito en el que en las tardes o fines de semana jugaban los niños de las familias, e incluso ellos mismos.
“Después empezamos a convertir el lugar en una plazoleta, y empezamos a poner césped, plantitas y arreglarlo con piedras. Incluso a escondidas “robábamos” agua del grifo para regar el pasto, hasta que nos pillaron”, recuerda riendo.
Posteriormente levantaron uno o dos columpios de madera, de los que al final sólo uno de ellos sobrevivió.
Hasta que hace unos años se hizo cargo del lugar el Municipio, instaló dos columpios dobles de metal, y entregó la mantención a una empresa externa, Paisajismo Cordillera, que se preocupa del cuidado de los prados. Están tramitando con el municipio uno de esos juegos modernos para los niños, pero hasta ahora no han tenido suerte.
El lugar, en mi opinión, tiene dos cosas que corregir. Uno de ellos es la iluminación, aunque los vecinos aseguran que es suficiente porque la calle Blest Gana tiene tres luminarias y además llega luz de faroles que la empresa que construye el estadio. En mi opinión un par de torres con farolas al medio ayudarían a terminar con los rincones oscuros.
Lo otro, la gran cantidad de excremento de perros que hay por el césped y que significa que quienes lleguen al lugar (en especial padres de niños pequeños) tengan que cuidar donde pisan para no ensuciarse.
Por el momento el lugar es tranquilo porque el extremo de la calle está cerrado al tránsito vehicular, aunque la duda queda de si continuará siendo tan apacible cuando el muro sea derribado una vez que sea construida una población al otro lado, en un par de años y Blest Gana se convierta en una alternativa longitudinal de comunicación con el oriente de la ciudad.
Sin embargo por el momento hay que continuar disfrutando del sitio y que los vecinos de Las Tranqueras continúen cuidando de ella. Porque tienen razón para sentirse orgullosos.
Tenemos que ayudar a preservar estos espacios.
M.B.I.