InicioultimasOpiniónPlumadas de ganso: Sucede que me canso de ser recepcionista nocturno.

Plumadas de ganso: Sucede que me canso de ser recepcionista nocturno.

Cinco noches seguidas no es precisamente cuerdo ni sano. Y el timbre del carajo  que suena y resuena en la noche.

No faltan, además,  entre variadas historias de hotel, parejas urgidas por la pasión que llegan o llaman de madrugada para preguntar tarifas. Y sí – consultan algunos- se atiende por horas como un vulgar motel. Pero no, este es un hotel serio, señores. Acá es tarifa completa aunque usted se quede una o las 24 horas. Nos da lo mismo, pero tarifas por hora, no. Y así hay parejas que llegan desbordantes de pasión que se desocupan en una hora o menos. Algo así como una emergencia sexual. Un desfogarse brutal. Llegar, penetrar e irse parece ser la consigna de estos apresuramientos carnales, un poco a lo bestia. Sucede muchas veces que pasajeros, los cuales en sus ciudades de origen son prudentes dueños de casa, y no salen nunca de noche, ocurre que estos individuos, al llegar otra ciudad, como que se les sale el lobo alfa, el macho heroico que llevan escondido en alguna parte, y  asumen un rol de bohemios y galanes. Así a veces llegan ebrios o pretenden ingresar con mujeres de variada catadura y pelaje a su habitación.

A veces les permito entrar. Todo depende de mi “olfato” ante la fémina. Algunas que son derechamente vulgares y me dan desconfianza, no las dejo, aunque patalee el enamorado. Claro que también cometo errorcillos. Recuerdo el caso de un tipo que llegó bastante borracho y venía acompañado por dos morenas de aspecto más que mundano, por no decir puteril de baja ralea. Tuve la gansada de dejarlas pasar. Ellas salieron en pocos minutos. Pero a la mañana siguiente, el brioso macho agorilado, despertó con la billetera vacía, ¡robado!… ¡Y sin memoria de las mujeres que trajo! Por supuesto que el tema murió allí. El tipo, para evitar vergüenza y burlas de los policías y de todo el mundo, incluidas las camareras, murió en la rueda, callado el loro, y no hizo denuncia alguna.  Eso me pasa por webeta,  fue su filosófica reflexión, y se fue cabizbajo.  Y yo me gané un par de puteadas de la administración por dejar entrar mujerzuelas al hotel. En fin, son gajes del oficio.

Por supuesto que entrar acompañado al hotel no es gratis. Pero para los mal pensados qué creen que me pasan dinero bajo cuerda, déjenme decirles que no es así. ¡¡Soy insobornable, señores!! Simplemente, a estos amadores de apremio se les cobra una tarifa adicional. Con boleta y todo.

Pero yo estaba diciendo que me cansa ser recepcionista. Y quiero dejar todo esto de las noches insomnes para dedicarme a mi vena de artista en formación. Dejar que la sangre sensual y caótica de mi lado creativo se amplíe y se despliegue en poética, en narrativa y hasta en pintura. Claro, que ésa es una dosis de irrealidad que me acomete. También está la posibilidad que mi hipotética sangre de artista se transforme en un irreparable coágulo que no llegue a ninguna parte. Debo confesar que me faltan agallas para mandar todo esto del trabajo fijo  a la cresta y dedicarme a sobrevivir de mis presuntos talentos artísticos. Pero que lo estoy pensando, lo hago. Y quién sabe, acaso uno de estos días,  con las musas o qué sé yo, patee las puertas de la formalidad laboral y me largue a la aventura sinfín de vivir como un aprendiz de artista Otro punto a mí favor: no tengo deudas que me acogoten.

Acaso me busque un trabajo “normal” de tiempo parcial – en lo que sea – para no dejar todo al garete, a la deriva. La pregunta es por qué trabajar como un esclavo egipcio en algo que no es tuyo. Cuando lo de uno va por otro lado. Y no estoy hablando del ocio inútil e improductivo de dormir y haraganear todo el día. No y no.  Tengo claro que el trabajo artístico requiere, además de  “dedos para el piano”, estudio, dedicación y trabajo consciente, pero se hace lo que a uno le gusta. Para lo que uno, ingenuamente, cree que nació. Para crear, mirar, escribir, poetizar, pintar. Para dejar huellas profundas o un pasito de zancudo en la arena de la vida. Acaso un poema que valga la pena, un cuento que no muera joven y que lleve tu nombre para cuando ya no estés en este valle deshumanizado por el que tropezamos.

Sucede que me canso de ser recepcionista. Ja.

Wilfredo Castro
Escritor

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La faceta olvidada de mi amigo Guillermo
Guillermo Pizarro Vega pasará a la historia de la cultura ovallina como un estupendo artista plástico, un talentoso escritor o un genial investigador genealógico, con obras que perdurarán a lo largo del tiempo.

Yo lo recordaré sin embargo como un hábil dibujante y caricaturista.

Con Guillermo nos conocimos en el viejo Liceo de Hombres, allá por la década de los sesenta, cuando ambos bordeábamos los 16 años o algo así. Éramos fanáticos de las revistas de historietas y, bajo la mirada tolerante de las familias,  gastábamos horas y horas dibujando a nuestros personajes favoritos o creando nuestras propias historias en cuadernos que se perdieron en el tiempo.

Nos volvimos a juntar ya avanzada la edad, por ahí por fines de los setenta, cuando se avizoraba la llegada de la democracia, y amanecía en Ovalle una pujante Feria del Libro en la hoy desaparecida Plaza de la Juventud. ¿La recuerda? Esa plaza que quedaba donde hoy se levanta el edificio de los Servicios Públicos, lugar de reunión de estudiantes y enamorados.

En esta feria Guillermo nos sorprendió con caricaturas de gran parte de los participantes, asombrosamente certeras y hechas con una facilidad asombrosa.

Cuando en los años siguientes emprendí la tarea de echar a caminar el Diario El Ovallino, llamé a Guillermo para formar parte del equipo original, pensando en aprovechar sus habilidades para redactar textos. Pero principalmente, para materializar un añejo anhelo de ilustrar el diario de cada día con una imagen que ilustrara el acontecer diario de la ciudad a través del humor.

Al día siguiente él llegó bajo el brazo con una carpeta con los personajes que participarían de este proyecto: uno de ellos era un pequeño huaso, y un inseparable compañero, que se parecía extraordinariamente al Conde Madina, secretario del abogado Manuel Cortés en cuya oficina nos habíamos reunido por primera vez para dar inicio al proyecto del diario. A veces lo secundaba un tercer personaje que recordaba de manera sospechosa a mi tío Nibaldo Illanes, el “León de Los Peñones”.

De ahí en adelante, por la página 3 del diario El Ovallino, todos los días desfilaron los más diversos personajes de la sociedad local: autoridades, artistas, comerciantes, deportistas, que aparecían ora conversando con los protagonistas (para comentar una situación de actualidad local o nacional) o bien pasando junto a ellos por la calle.
En los años siguientes llegó a  ser un ejercicio diario de los lectores identificar quienes eran esos protagonistas secundarios (¿No es el alcalde Peralta?, ¿No es la señora Laura?. Ese se parece a don Juan Meruane… ¡Que no es el obispo!!) , y manifestar su admiración por la habilidad del autor para retratarlos en una época en la que no existía el apoyo de computadores, cámaras digitales, o de revistas, diarios desde donde extraer esas imágenes.

¿Cuántos dibujos fueron en total? Trescientos, cuatrocientos, quinientos? No lo recuerdo, aunque él sí llevaba una cuenta pues los numeraba al pie de la imagen.
Cuando me retiré del diario, por desacuerdos con la línea editorial de sus propietarios, una de las únicas pertenencias que me llevé  a casa, fueron una parte de esos dibujos que rescaté de talleres.

El pasado jueves 1 de septiembre después de asistir a su misa de despedida – una misa tan triste, porque Guillermo merecía mucho más – llegué a casa para revisar los dibujos que guardo en un cajón, volver a reír con ellos y aferrarme a ese pasado escurridizo.
Y me he tomado la libertad de seleccionar algunos de estos dibujos para compartirlos con los lectores , casi treinta años más tarde.

Tal vez para traer a la memoria a esos adolescentes liceanos que pasaban horas llenando cuadernos de dibujos que nunca nadie alcanzó a ver. O recordar la última vez que estuve con Guillermo , ese 24 de abril al mediodía, cuando sentados en un banco de la plaza, bajo un jacarandá, conversamos y bromeamos respecto a nuestras respectivas enfermedades y de cómo nos había sorprendido el “viejazo”. El luego iría a la Quinta Región para una delicada intervención quirúrgica y yo al día siguiente viajaría a Santiago para hacerme unos exámenes que me tenían preocupado. Eso sin saber que era la última vez que nos veríamos.

Si lo hubiera sabido talvez hubiera procurado alargar ese momento.
Ahora, revisando esos viejos dibujos y recordando esa despedida, lloro solitario delante del computador como un viejo tonto.

Guillermo, don Alfonso (como lo llamaba), cerruco… Adiós amigo entrañable.

Mario Banic Illanes
Escritor

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¿Lo han llamado una y otra vez para ofrecerle un servicio que no desea?

El Senado aprobó en particular el proyecto llamado “no molestar”, que protege a los consumidores y que tiene por objeto actualizar y mejorar la legislación en materia de protección de los consumidores, ante el masivo desarrollo de la publicidad y de ofertas de servicios no solicitados, que se efectúan vía telefónica y por e-mail, de modo de velar por el respeto a la vida privada de las personas.

Al respecto, el Senador Jorge Pizarro puntualizó que se incorpora en la Ley de Protección al Consumidor el derecho a la protección de la vida privada en las relaciones de consumo.

Asimismo, el parlamentario aclaró que se reemplaza la regla «opt-out», contenida en la ley vigente, que obliga al proveedor a suspender los envíos sólo después que el consumidor solicita la suspensión de las comunicaciones, por una nueva, «opt-in», consistente en que el consumidor debe autorizar expresamente de manera previa y específica que le envíen comunicaciones publicitarias o promocionales por cualquier medio, incluido los electrónicos, autorización que no podrá incorporarse como cláusula en un contrato de adhesión, quedando el consumidor con la libertad de revocar esta autorización si lo estima necesario.

Además, Pizarro explicó que se establece que los proveedores deberán contar con mecanismos o procedimientos electrónicos para recibir las solicitudes de revocación de información por parte de los consumidores, lo cual deberá ser informado al Servicio Nacional del Consumidor para su seguimiento y control.

De igual forma, el senador añadió que se dispone, como derecho del consumidor de productos o servicios financieros, el de conocer la materia o asunto sobre el que versa, la identidad del emisor, un domicilio, teléfono o dirección electrónica válidos donde dirigirse, sobre cualquier comunicación promocional o publicitaria que se le ofrezca.

Pizarro enfatizó que se prohíbe realizar promociones o publicidad vía telefónica antes de las 8 ni después de las 20 horas y no se podrán efectuar dichas promociones en días sábados ni feriados.

También, el legislador comentó que se sanciona el envío de comunicaciones publicitarias por parte del proveedor a un consumidor que haya revocado la autorización de recibir dicha información y se prohíbe a los proveedores transferir a terceros los datos personales del consumidor a menos que éste lo consienta, y cuando dicha transferencia se realice con el objeto de ejecutar materialmente la comunicación promocional o publicitaria.

OvalleHoy.cl