En este tiempo de semana santa, recordamos todo lo que Jesús vivió; desde su entrega hasta su muerte en cruz
Quisiera a partir de esta experiencia detenerme en dos situaciones, que nos acompañan. Estas son el poder y el dolor. Muchas veces esto nos lleva a pensar las veces que estos ejemplos se utilizan para hacer sufrir a otros, no compartir experiencias de crecimiento, actuar de manera indiferente, no sobrecogernos ante situaciones de injusticias.
En el juicio a Jesús, vemos 2 formas muy frecuentes de poder; uno el poder de un imperio que ejerce para imponer toda su fuerza, su sistema político y abusar de un pueblo colocando impuestos y cargas difíciles de sobrellevar; el otro el poder religioso que se coloca al margen de su pueblo, para no perder toda su fuerza y coloca formas o estructuras de adorar a Dios, abusa de este poder colocándose por encima de su propio pueblo; poniendo formas de vivir la religiosidad.
Son situaciones, las cuales nos han ido acompañando desde nuestra creación hasta hoy en día.
Vemos que en nuestra vida realizamos experiencias de poder, que se van haciendo parte del día a día, sistemas de poder económico, poder de la fuerza por medio de las armas, poder de imponer ideologías para poner o sacar gobiernos, son tantas las formas de poder; que me quedo con estos; que se van haciendo parte del mundo, el cual va perdiendo su equilibrio y por ende su territorialidad.
Estos poderes van acrecentando la brecha entre los pueblos y sobretodo mas pobreza en la mayoría de las personas y los países. Sistemas económicos que no respetan la dignidad de las personas y colocan cargas que no permiten salir adelante, atención especial que debe ponernos alertas son el fenómeno de moda la globalización, estas son macro procesos sociales y políticos funcionales al poder que manda en el mundo. Ninguna globalización hasta hoy ha sido pacifica, las globalizaciones son coactivas y le asignan a los países, a la gente, a los grupos sociales, a las diferentes étnicas del mundo, un lugar y le fijan un destino. Debemos tener como referente en nuestra América el dominio español que arrasa con todas las etnias y culturas que existían, solo basta recordar como destruyeron templos y arrasaron con sus riquezas, se pierde hasta el lenguaje propio y en nuestro país con los pueblos originarios sus tierras.
Pero en nuestra vida diaria también encontramos formas de poder, en nuestra casa, trabajo, sociedad, iglesia, son situaciones que las miramos como algo superficial, pero muchas veces estas, causan daños profundos en la convivencia, y no se respetan a las personas, debemos cuidarnos por que son muy fáciles de adquirir, pero muy difíciles de sacarlas de nuestro actuar.
Parafraseando a Pablo podemos exclamar. Miren quienes somos, lo más pobre y sin posibilidades…. no hay entre nosotros gente relevante que ocupe cargos o que tenga empresas… somos la resaca y la escoria pero es desde nosotros que Dios quiso plantear la locura de la cruz, debilidad y locura para los que no creen pero para los creyentes fuerza y sabiduría, como proyecto y realización(Ver 1 Corintios 1-2).
Pero estos poderes hacen que uno pierda la sensibilidad al dolor. El dolor de tanto niño(a) que mueren por no tener el alimento suficiente, niños que mueren por las guerras, niños que son violentados en sus derechos, son abusados, son utilizados para vender o consumir drogas, niños que no son felices.
El dolor de tantos países que sufren por la soberbia de algunos que con su poder en las armas, económicos destruyen, derriban gobiernos, acusándolos de no respetar los derechos, engañando a la opinión publica con mentiras para legitimizar sus intereses.
El dolor de tantas mujeres que sufren la violencia, el maltrato, la desigualdad, no siendo bien remuneradas en sus trabajos.
El dolor de tantas personas que no tienen un salario digno, no tienen el alimento necesario, la oportunidad de trabajo, una vivienda digna.
El dolor que estamos viviendo hoy con esta pandemia en los cuales se han perdido vidas y tantas personas que están hospitalizadas donde muchas han sufrido por un buen tiempo para poder recuperarse, donde muchos y muchas han perdido sus trabajos o muchas familias están viviendo situaciones precarias para poder vivir y subsistir, donde no se han podido llegar con verdaderas soluciones a ellas, solo pura demagogia de la clase política o soluciones parches.
Pareciera que todo lo que Jesucristo sufrió no ha sido enseñanza para nosotros(as), él siempre estuvo atento a las personas y a sus necesidades, compartió con los más pobres y excluidos, pero el sacrificio más importante es dar la vida.
Hay mucho más que se puede compartir pero lo central de nuestra fe, es saber que estoy haciendo para poder revertir todo lo que ocurre, o solo me quedo en que otros lo hagan, o asuman la defensa de los más pequeños y desvalidos, pareciera que no, démonos este tiempo de semana santa para encontrar el verdadero sentido que Dios quiere para cada uno(a).
¿Vale la pena vivir? ¿Vale la pena luchar? ¿Vale la pena trabajar? ¿Vale la pena morirse o seguir viviendo? ¿Vale la pena creerle a Dios? Preguntas cruciales que nos deberían dar pistas para poder avanzar o encontrar respuestas. Pero es en la Biblia que encontramos darle un verdadero sentido a nuestra vida, desde allí rescatamos que realmente vale la pena vivir, vale la pena sufrir y buscar así la felicidad. Pienso que es una búsqueda permanente de todo ser humano, es una búsqueda ansiosa que si nos dejamos llevar por el Espíritu, encontraremos darle un cariz distinto a nuestra vida y por ende al mundo donde estamos insertos.
Hugo Ramírez Cordova