Luego del robo ocurrido en la mañana de ayer miércoles en calle Benavente en la Joyería Suiza es posible hacer algunas preguntas y reflexiones sobre el tema de la seguridad.
Una de ellas es transmitir la inquietud sobre la labor de carabineros de los comerciantes afectados y de otros comerciantes del sector con quienes conversamos durante la mañana. Porque si bien reconocen la pronta llegada de funcionarios ciclistas al lugar, lamentan la poca presencia de carabineros durante el resto de los días.
“Antes había un vehículo que se estacionaba en el sector y se veía carabineros que vigilaban. Ahora no, ahora pasan por el lugar pero siguen y no hay a quien recurrir ante una emergencia”, nos dijo la propietaria del local afectado.
Otra comerciante de un local del frente, coincide en lo mismo, afirmando que cuando ella salió de su local al escuchar gritos, “miré para todos lados para ver si había algún carabinero al que llamar, pero no había”. Recuerda que hubo un tiempo en que había un “Retén Móvil” al que se podía recurrir y que, por último, imponía temor en los delincuentes.
Afirman que en el lugar TODOS los días ocurre algo, robos pequeños, hurtos, carterazos y sienten la impotencia que mientras la cantidad de comercio ambulante ha crecido, copando las aceras, ha disminuido proporcionalmente la presencia policial.
“Es de esperar que ahora que pasó esto, nos tomen más de apunte y haya más vigilancia”, concluyen.
Los comentarios por la vigilancia policial en el sector se reproduce exponencialmente a través de las redes sociales. Unos con opiniones sensatas, otros con un tinte marcadamente político y otros muchos por el puro interés de arrojar un acelerante a la hoguera de la opinión pública y observar desde el anonimato como se inflama y crece.
La otra pregunta que surge en la calle es ¿Qué ocurre con las cámaras de vigilancia?
Existen 16 cámaras en distintos puntos del centro de la ciudad, equipos de vigilancia que tienen como objetivo prevenir que ocurran delitos o identificar a través de ellas a delincuentes con órdenes de detención, presencia de sujetos sospechosos en distintas horas del día o de la noche. E incluso ayudar a la captura de delincuentes una vez cometido un delito, pues permitirían seguir la trayectoria de los antisociales en su huida.
Claro está que su eficiencia depende de la experiencia, agudeza y diligencia de los operadores, pues si estos están distraídos en momentos claves no serían de gran ayuda.
En este caso en particular. ¿Cuál fue la utilidad de las cámaras? Había una a casi una cuadra de distancia y otra a tres. ¿Captaron algo de lo que ocurría? ¿Advirtieron al personal de patrullaje en la calle que ocurría algo anormal? ¿Siguieron la huida de los antisociales?.
No tenemos esa información, pero sería interesante el saber si esa inversión (y la que se haría con la instalación de diez cámaras mas) es proporcional a los resultados que se obtienen.
Estas son reflexiones que se hace la persona de la calle, los afectados por los delitos, y quienes se sienten vulnerables con todo esto que ocurre a diario.
Aunque también es verdad que la cantidad de contingente policial existente no es proporcional al crecimiento de la ciudad y al crecimiento demográfico, con una población incrementada por la llegada de inmigrantes extranjeros que huyen de las realidades de sus países o inmigrantes locales escapando desde sectores rurales por una sequía inclemente. Y con esa cantidad de personal es difícil cubrir todos los sectores desde los que con justa razón se reclama su presencia.
A lo anterior se suma la escasa colaboración de la comunidad para denunciar los delitos que los han afectado (por su falta de confianza en el sistema judicial y los escasos resultados) lo que impide a las instituciones realizar una correcta georreferenciación del delito. Esto es conocer los sectores donde hay más delitos para destinar a esos sectores vulnerables mayor cantidad de recursos hombres y máquinas.
Es como una sábana corta, en la que para cubrir el pecho se deja al descubierto los pies.
Porque este -última reflexión – es un problema de todos, no solo de las autoridades, policías y justicia. También de nosotros, la “gente de a pie”, que puede colaborar aportando con algo tan simple como es denunciar el delito que fuimos objeto… aunque no tenga mayores resultados.
M.B.I.