Los bomberos están en el ADN del país y en los últimos meses se ha podido observar como estos aparecen entre las instituciones más confiables y, lejos, la más querida de la opinión pública.
Los pudimos ver en los incendios ocurridos en la zona centro sur del país durante el verano donde se transformaron en un baluarte para la contención de estos, llegando incluso a sufrir la pérdida de vidas y una cantidad inconmensurable de perjuicios en su material de trabajo.
Sin embargo la televisión, los diarios, las redes sociales nos entregaban día a día la imagen de sus voluntarios trabajando esforzadamente para atender una emergencia, sin descanso, hasta caer exhaustos por el esfuerzo. Eran imágenes conmovedoras, sobrecogedoras.
Incluso circularon en internet imágenes que los elevaban a la condición no solo de héroes, sino de “superhéroes”.
Pero no. Ese “superhéroe” era el mismo que al día siguiente se levanta de su casa para ir a su trabajo en un taxi colectivo, en una tienda, al que encontramos haciendo compras en el supermercado . O a la salida del jardin infantil cuando va a buscar al mediodía a sus hijos al jardín. Sin capa o una «S» en el pecho.
En Ovalle vimos el lunes pasado como voluntarios de todas las compañías de bomberos de Ovalle trabajaron durante gran parte del día en la contención de un incendio de pastizales en el sector de los alrededores de Los Llanos de La Chimba, un trabajo esforzado, difícil para el que no están preparados, porque su función está más bien en la ciudad. No obstante eso, ahí estaban ellos.
Por si eso no fuera suficiente, promediando la tarde debieron concurrir hasta las dependencias de Empresas Dabed, en calle Benavente, para combatir uno de los siniestros más violentos de los últimos años en la ciudad.
Donde el fuego no solo destruía gran cantidad de material de bodega, altamente combustible y tóxico, sino que amenazaba con extenderse a las viviendas que estaban en la parte posterior, que da a calle Balmaceda, y a los negocios de calle Benavente. Si así hubiera ocurrido, los daños para esas personas, comerciantes, dueños de casa, vecinos como usted y yo, hubieran sido cuantiosos y difíciles de reparar.
Y ahí estuvieron ellos apagando el foco y haciendo los cortafuegos necesarios para evitar la expansión de las llamas hacia los costados .
Dos horas más tarde el fuego estaba controlado y el peligro para las viviendas y negocios vecinos había desaparecido.
Este debe ser el trabajo bomberil mas impecable que he visto en mis casi cuarenta años de periodismo, del que los oficiales, hasta el más joven de los cadetes tienen que sentirse orgullosos , y que sin duda quedará en los anales de esta institución.
En la mañana de ayer martes me encontré en la calle con uno de esos voluntarios que el lunes estuvo sobre un techo arrojando agua al fuego, y que permaneció de turno hasta muy tarde, y al que pasar le lancé una broma:
– ¿Estás preparado para el otro incendio de hoy en la tarde?
– Ah, don Mario…¿y porque no lo dejamos para pasado mañana mejor? Déjenos descansar un día ¿ya? – fue la respuesta festiva.
Es que él sabe que para ellos no hay descanso, no hay tregua. Y en cualquier momento el llamado de la sirena interrumpirá su cena en familia, o el sueño y tendrá que saltar de la cama y salir corriendo de madrugada para concurrir a sofocar una emergencia en algún lugar de la zona. Sin recibir a cambio mas que la satisfacción del deber cumplido y la gratitud y reconocimiento de todo un pueblo.
Y ¿Sabe? yo me siento orgulloso de nuestros “chicos buenos”…
¿ Y usted?
M.B.I.