Los periodistas ovallinos y de la región mantuvimos, durante toda la tarde de ayer en la inauguración del Estadio Diaguita, una permanente lucha contra los encargados de seguridad de Estadio Seguro, contratados por la ANFP, quienes impedían o ponían gran cantidad de obstáculos para trabajar en el sector cancha.
Era una tarde de fiesta, el público ponía un marco magnífico a la jornada, un día de sol espléndido, un comportamiento ejemplar de los espectadores, la mayor parte familias que de alguna manera se consiguieron entradas para estar presentes en esta fecha memorable.
Un aderezo especial la colocaban jugadores de un pasado glorioso de nuestro fútbol, rostros que en las tribunas llenaban de nostalgia a quienes durante más de 40 años han seguido las campañas del club local, o de selecciones amateur en el viejo recinto de la avenida La Chimba.
Y los encargados de medios de comunicación de Ovalle estábamos felices: los jóvenes que veían finalmente concretado el sueño perseguido durante años de tener un renovado recinto deportivo; y los viejos, como yo, por la nostalgia de recordar tantas jornadas memorables en el antiguo estadio, y por la expectativas que las nuevas generaciones de deportistas y público puedan conocer en este nuevo coliseo tantas alegrías y satisfacciones como nosotros.
Y todo era una fiesta.
Hasta el momento de pretender ingresar a la cancha para tomar notas y fotografías según lo autorizaba la credencial entregada por los organizadores, la Municipalidad de Ovalle: «sector cancha y casetas». Porque entonces surgieron esos señores de negro, con equipos de radio, que armados de una prepotencia inconcebible, nos obligaron a abandonar el lugar.
Luego de un par de horas de intentos de ingreso, cuando finalmente llegaron las autoridades nacionales y regionales, acompañados del alcalde Claudio Rentería, ellos continuaron poniendo obstáculos.
En el momento que las selecciones femeninas de Chile y Argentina ingresaban a la cancha, vino otro entrevero con ellos, que cada vez que se iniciaba una discusión con algún reportero gráfico se reunían en grupo a amedrentar.
Cuando uno de estos señores se puso por delante impidiéndome tomar imágenes, le hice notar que me estaba obstaculizando la visión. Y como no me hizo caso le pedí que, por favor, me dejara trabajar.
- ¿Y qué cree que estoy haciendo yo? Trabajando pues. – me espetó con el rostro a pocos centímetros del mío.
- No, lo que han estado haciendo toda la tarde es huevear. Esta es mi ciudad y esta es mi fiesta, y ustedes han estado toda la tarde puro hueveando…
Entonces apareció otro que parecía su superior, que me dio un empellón, al que respondí con otro más fuerte. Entonces se puso delante, mirándome con fijeza a los ojos .
- ¿Y qué tan feo que miras (…) ? ¿es que crees que me vas a dar miedo, ah? – lo encaré sin quitarle los ojos de encima.
Luego, entonces, dio media vuelta y se alejó sin responder.
Señores de la ANFP, señores de Estadio Seguro… estos matones vinieron hasta nuestra ciudad, hasta nuestra casa, hasta nuestro estadio sólo a empañar la alegría de lo que debía ser una fiesta. Una fiesta memorable, no solo para el público, sino que también para nosotros, los medios de comunicación.
Señores, esto no es el Estadio Nacional, no es el Monumental. Éste, es el Estadio Diaguita de Ovalle que estábamos inaugurando con comprensible alegría y ustedes vinieron a faltarnos el respeto.
Mario Banic Illanes
Periodista y Escritor