Hace unos días comentaba en mi perfil de Facebook la aparición de una emisora que transmite música del recuerdo, sin interrupciones publicitarias y sin música urbana. Desde luego, algo para agradecer.
Se trata de temas “oreja” que fueron populares en las décadas del 60 – 70 – 80 , que entonces sonaron en las radio emisoras y que fueron parte de nuestra ya lejana juventud.
No es de extrañar entonces que ahora se me vea transitar por la casa cantando en voz alta un tema de Adamo, Rafael, Nino Bravo, Aznavour, o haciendo pasos de baile con uno de Luis Dimas, Chubby Cheker, Neil Sedaka, etc, para sombro de mi familia.
Es que la música, lo he aprendido ahora, es una de las mejores herramientas para gatillar recuerdos que creíamos olvidados, pero que permanecían dormidos en algún lugar de la memoria.
La Gorda, mi esposa, por ejemplo escucha un tema ranchero y dice con tristeza: “Esa canción era una de las favoritas del tío Hernán”, un hermano de su madre, fallecido recientemente. “O esa canción le gustaba a mi mamita”, dice más tarde, ahora con una sonrisa.
A mí, un tema de Adamo gatilla los recuerdos del viejo Liceo de Hombres, o uno de Luis Dimas las veladas de la tarde noche del verano en el viejo Yastching de Tongoy donde iba con los amigos a buscar muchachas para “pinchar”. Lamentablemente yo no me atrevía a salir a la pista de baile, por lo que estaba en desventaja con la competencia, pero no me importaba. Igual disfrutaba con la música.
Recién cuando estaba en la Universidad, en Temuco, fue que gracias a una compañera de curso, me atreví a salir a bailar. Ella, literalmente, me arrastró hasta la pista y me obligó a dar mis primeros pasos de baile, y me di cuenta que nadie se preocupaba si lo hacía bien o mal.
Algunos de estos temas que he escuchado en los últimos días me han catapultado hasta esa época tan añorada, cuando era feliz y no me daba cuenta.
Y precisamente, la música nos evoca esos momentos. Sólo basta escuchar un tema para saltar de manera instantánea veinte, treinta años en el pasado y sumergirme en un pasado que no sé si fue mejor, pero que igual añoramos.
Y no hay nada como la música para hacer posible ese fenómeno.
La Gorda me sorprende sonriendo con un tema, de esos lentos, y se le despiertan las alarmas.
- Esa canción era de antes de conocernos. ¿Qué pasó ahí, ah? – dice con sospecha.
Tal vez algún día se lo cuente … O mejor no.
Mario Banic Illanes.
Escritor.