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¿Te has sentido excluido o marginado?

¿Te has sentido excluido o marginado?, ¿Tú has excluido o marginado a alguien?. Siento que muchas veces en nuestra vida hemos manifestado ciertas actitudes o rechazos con personas determinadas, las hemos dejado de lado, incluso a veces por omisión.

Hace muchos años escuché este tema en tres personas que contaron sus experiencias de vida: una persona que tenía SIDA, un encargado de la pastoral mapuche, otro un ex-alcohólico, todos ellos manifestaban que el sentirse excluido o marginado los apartaba de la sociedad, incluso de familiares o personas cercanas. Las relaciono con lo que estamos viviendo en estos años en nuestro país donde cada vez llegan más personas que se quieren integrar y vivir.

Este tema como sociedad nos atraviesa toda la existencia, si es cosa de mirar nuestro pasado, cómo hemos vivido a lo largo de nuestra historia la indiferencia o sentirnos superiores; hemos aplastado a pueblos originarios, desapareciéndolos o borrado su legado, sus culturas o la tierra a personas que han sido dueñas por siglos, vemos que estos pueblos originarios se les ha ido reduciendo su tierra o usurpando, u otros han ido desapareciendo por no encontrar espacios para vivir.

Si miramos la Biblia también allí encontramos exclusiones. Si hasta el mismísimo Jesucristo en su nacimiento recibió esta marginación, como Él fue excluido por los fariseos, los sacerdotes y maestros de la Ley. Cómo los judíos miraban a los samaritanos, los primeros cristianos fueron incluso perseguidos y muertos; son muchas las situaciones que encontramos en la Biblia que nos hacen mirar esta realidad, como algo que se ha dado hasta nuestros días.

Pasan los años, vamos teniendo mayor información, pero seguimos teniendo las mismas incapacidades de discernir en la vida el daño que se produce o se realiza con estas formas que en muchos se han arraigado en nuestro ser.

Hoy en nuestro país como tratamos a las personas que vienen a buscar un mejor desarrollo, una mejor calidad de vida, mejorar su vida dejando muchas veces familia y su país de origen peruanos, colombianos, haitianos y bolivianos, ya no sólo los marginamos, sino que los tratamos como parias, como algo que nos molesta.

Y en nuestros trabajos, nos encontramos con situaciones parecidas, si a toda persona la miramos por su forma de vestir, por su educación, por su nivel económico, por su status social, o simplemente no somos capaces de saludar, es algo que muchas veces escondemos, pero son cosas que las llevamos muy en nuestro interior.

Ser cristiano nos debe llevar a descubrir el valor de la persona en su totalidad, si creemos en la igualdad que Dios nos regala, ¿por qué producimos estas indiferencias?, estas barreras que nos alejan del ser humano.

Hay hombres y mujeres que en la historia pasada o reciente han sido capaces de volcar estas exclusiones y se han hecho uno más de ellos. Quiero detenerme en un hombre extraordinario que con su ejemplo de vida nos enseña una forma de aceptar al otro no importando su condición solo lo que la persona vale:  Danián de Molokai, un hombre extraordinario, que rompe con fronteras, con rechazos y se hace un leproso más, al igual que Teresa de Calcuta que trata de mejorar la vida de muchos indigentes que viven en la miseria y les trata de dar una vida digna. Pero también hay personas que en el anonimato realizan una solidaridad y fraternidad digna de admirarse.

Busquemos caminos que nos llevan a transformar nuestra realidad, sepamos acoger, sepamos amar, sepamos dejar atrás estos paradigmas, sepamos brindar afecto, sepamos dar pasos para encontrar y reconocer al otro como un hermano(a). No hagamos que la marginación o marginar sea un salvavidas para sentirnos bien.

Jesús nos deja muchas situaciones, sobre cuál debe ser el papel del que sigue sus enseñanzas, el samaritano, él deja atrás todas sus ideas, sus preocupaciones, sus diferencias y asume al otro como su semejante, lo acoge, se preocupa, se da el tiempo, incluso va más allá, le entrega su dinero para que lo cuiden.

Amar esa es la diferencia y este amor nos hará derribar tabúes, murallas, egoísmos, vanidades, para mirar a todos como un igual.

Hugo Ramírez Córdova.

OvalleHoy.cl