Camino por calle Libertad, casi al llegar a Coquimbo, pensando en ubicar una farmacia para adquirir un remedio que me han pedido desde la casa a través de waasaap.
Transitoriamente guardo el teléfono , un Huawei P20 Lite que me ha acompañado los últimos cinco años, en el bolsillo derecho de la chaqueta mientras reviso los otros bolsillos en busca de dinero para la compra.
De pronto una señora que va detrás de mí me alcanza y me dice:
- Señor, uno de esos hombres que van allá adelante le sacó algo del bolsillo.
Reviso y advierto que falta el teléfono.
Los dos jóvenes que pasaron por mi lado, al darse cuenta que he descubierto el hurto, corren hacia la esquina y luego hacia la derecha hacia el cerro. Uno de ellos viste una llamativa chaqueta rosada. Al llegar a la esquina ya han desaparecido por Pescadores doblando a la derecha,
Trato de apurarme para alcanzarlos, pero es inútil. Además ¿que podría hacer contra dos avezados delincuentes, tal vez armados?
Me resigno a perder el equipo y me dirijo a la empresa telefónica para dar cuenta del robo y conseguir bloquear el equipo para evitar que se cometan ilícitos en mi nombre.
La empleada me asegura que a diario reciben cuatro o cinco denuncias similares.
Es que por las calles de nuestra ciudad pululan decenas de antisociales, ladrones, rufianes, que hacen del robo de celulares o billeteras, una forma de vida. Y circulan por las calles céntricas atentos alrededor hasta que “marcan” a su víctima y la siguen hasta que consiguen su propósito.
Me explican que después los venden a locales donde los desarman para obtener repuestos o bien les cambian el chip y los reutilizan con un número diferente.
Habitualmente, como soy derecho, uso el teléfono en el bolsillo interior izquierdo de la chaqueta para responder con rapidez cuando me llaman. Esta vez no lo hice y sufrí las consecuencias,
Si usted camina por ejemplo por el paseo peatonal puede ver a muchachas caminando delante con el celular sobresaliendo de uno de sus bolsillos traseros del pantalón, lo que las convierte en un blanco para estos delincuentes que actúan en “manada”.
Y ahora siento una ira enorme. En las horas siguientes fui a la empresa telefónica para dar cuenta del robo, y luego recorro el centro para adquirir otro teléfono de similares características. Es que para mí, como periodista el teléfono en una herramienta de trabajo.
Y me da una rabia enorme que mi viejo equipo que guarda cientos de fotos, cientos de correo y mensajes, esté en poder de estos ladrones.
¿Cuantos teléfonos o billeteras robarán durante una mañana? Para luego reducirlo y transformarlos en pasta base o marihuana.
Durante la “persecución» traté de descubrir la presencia de un carabinero , pero no había. Es que son tan pocos para unas ciudad tan grande. Es como una sábana corta en que la que te cubres el cuello y te descubres los pies.
Es así que es preferible el autocuidado , estar conscientes que mientras caminas por la calle, mientras sales de la Caja de Seguros,o del banco hay una decena de ojos , como chacales, que te están observando como una potencial víctima. De manera es que es necesario tomar todos los resguardos para evitar convertirse una de esas víctimas.
Pero en la medida que han trascurrido las horas ha ido desapareciendo el flujo de adrenalina , para dar paso a la ira descontrolada.
Y me dan deseos de gritar a los cuatro vientos, ladrones, rufianes, antisociales, chacales ¡!
M.B.I.