Me asomo a la ventana de mi oficina en el segundo piso y veo a una joven y a dos niños pequeños agachados mirando bajo el auto de mi vecina. Sospecho que se ha metido ahí un perrito pequeño o un gato y se resiste a salir.
Luego veo salir a la dueña del automóvil que conversa con ellos y también se agacha , abre las puertas del auto como buscando.
No soporto la curiosidad , bajo y salgo a la calle. Me explican que la señora, que no sé si es la madre o la hermana mayor de los niñitos, cuando pasaban escuchó el lastimero llamado de un gatito pequeño, Se agacharon y miraron debajo y no había nada. Pero el llamado seguía. Era al parecer un gatito muy pequeño.
La dueña del auto , después de buscar en el portamaletas y en el interior del motor, abre la parte posterior y busca bajo el asiento, pero nada. El llamado de auxilio sería escuchándose.
Entonces mi vecina se inclina, mete una mano por detras de la rueda trasera y busca en el eje, hasta que sale con un pequeño y hermoso gatito blanco en la mano. Está asustando y parece callejero, pero de buena raza .
Si ella hubiera echado a andar el vehículo sin darse cuenta de su presencia con toda seguridad lo hubiera triturado.
Sin embargo justo iba pasando esta familia y escucharon el llamado para auxiliarlo.
Aunque ellos tienen gato en la casa, se lo llevaron para buscarle un hogar que lo acoja.
Díganme que ese no es el espíritu de Navidad que está soplando en estos días.
Mario Banic Illanes
Escritor
