Los artistas y gestores culturales de la zona y el país esperábamos ansiosos que tras los anuncios de la confirmación del nuevo Gabinete que dio a conocer la presidenta Bachelet hace algunos días, se mencionará un fuerte cambio o restructuración de la institucionalidad cultural actual chilena. Finalmente y con gran esperanza festejamos la llegada de Ernesto Ottone como nuevo Ministro de Cultura.
Más allá de resaltar sus capacidades y currículo formal -el que, por cierto, es amplio y con gran experiencia en estudios y gestión se refiere- esta alegría radica principalmente en la esperanza de que la escasa descentralización de la cultura sea revertida a la brevedad en el país. Al asumir, una de las frases del nuevo ministro quedó en el tapete: “El arte y la cultura no son un lujo, son todo: una necesidad de cada grupo humano”. La democratización cultural es imperativa, más en un país donde se aboga y lucha por una mejor educación. La cultura es, en este sentido, el gran y quizá único suelo donde se encuentra el cimiento de un país mejor y más culto.
En regiones el tema es especialmente preocupante. Recordemos que de las 4 entidades culturales debidamente colegiadas en la región, ninguna ha recibido el apoyo ni aporte por parte de las autoridades del CNCA, es más, el poeta y gestor cultural Arturo Volantines asegura que el gran pecado de su labor es la estratificación sectorial con que se distribuyen los recursos junto a la ausencia de una persona con cabal conocimiento en la materia, no únicamente en lo que a administración se refiere, sino que principalmente en gestión y conocimiento de la cultura. Para Volantines la llegada del nuevo ministro genera optimismo en la reestructuración y mejoras visibles a la entidad en el corto plazo y que le den el trato y apoyo que merecen los artistas locales, en especial en una zona como ésta que vio nacer a la única premio Nobel en Literatura de Latinoamérica.
En lo personal, de los cerca de 10 años de experiencia en áreas culturales, comento que tuve a Ernesto como profesor en un magíster en gestión cultural que cursé en la Universidad del Desarrollo y doy fe que hablamos de una persona sumamente culta, muy capaz y lo más rescatable, un tipo honesto y equitativo. Su postura independiente es también una buena señal, de esta forma y con la imparcialidad de su visión será posible que se acabe con el amigueo y se impulsen reformas sólidas que respalden la cultura desde La Moneda hasta el lugar más apartado. Hablamos de un gran desafío, pues justamente las medidas impulsadas por la presidenta en el aspecto cultural quedaron al debe.
Es hora de esperar y tener fe en que se mejorará. Por fin, y desde hace ya mucho, hay un rostro que acapara un apoyo transversal. Se ve una luz en el túnel, Ottone tiene ahora la linterna.
Por Cristián Brito V.
Periodista, escritor y gestor cultural
