Todos los días me llaman amigos para preguntar como la estoy pasando en esta cuarentena voluntaria que llevo en mi casa como consecuencia de la pandemia.
– ¿Cómo… no sales? – preguntan admirados.
– Bueno, salgo algo así como una vez al mes ahacer algunas compras – respondo y no me pueden creer.
– ¿Y qué haces entonces ahí encerrado?
Y tampoco creen cuando les respondo:
– Veo telenovelas todo el día.
Les cuento que empiezo con Aquelarre, sigo con Amanda, enseguida la Chúcara, después viene La Rosa de Guadalupe, en la noche Fuerza de Mujer en TVN , otra que dan a la medianoche en CHV , también turca, y reservo para el final “Donde está Elisa”.
Y ellos siguen sin creer.
Les explico que en verdad no me interesan mucho las tramas, que son truculentas, enredadas, algunas insulsas, sino mas bien lo hago por algunas de las protagonistas. Por ejemplo en Aquelarre, la Emilia y la Pía que están mas ricas que empanadas de camarón queso calientitas. En La Chúcara, me tira la “Rancherita”, y Amanda, ¡para que les digo!! Tiene un no sé qué con su uniforme de enfermera.
En Fuerza de Mujer, una turca que dan en la noche, hay una crespa colorina, con un lunar en una mejilla que me revuelve los enanitos verdes y que la Gorda, de pura picada, dice que es mala-mala. Pero a mi me encantan las malas pero buenas, si se entiende.
Y no sigo viendo mas porque me entra el sueño y sin darme cuenta me entrego en los brazos de Morfeo.
– ¿Y no ves noticieros, para informarte? – pregunta otro.
Claro, al principio lo hacía, pero eran truculentos como serie turca de trasnoche: ahí estaban los 8 goles al Barcelona del Vidal, los tumultos en Malls de Santiago, el homicidio de la hijastra, el asalto a la viejita a la salida del banco, los discursos del Ministro de Salud para hacer un llamado al confinamiento, las apariciones de Piñera… Al final terminaba listo para el psiquiátrico.
– No, no no, déjenme con mis telenovelas nomas – le digo.
– ¿No estás escribiendo, algo? ¿Algún libro? – pregunta otro
Bueno, si. Empecé una novela y se la di a leer a una amiga. Sin embargo su comentario no fue muy alentador.
– Si, bueno, está bien… – dijo – ¿Pero porqué no le pones un poco de sexo? Está muy insípida. Tienes que aprender a chasconearte un poco con tus textos, si me entiendes..
No deja de tener razón. Mis cuentos y novelas son muy para público de un horario de antes de las 22.00 horas. Pero si le pongo color y se entera la Gorda? La imagino preguntándome:
– Y esta fulana con la que el protagonista tiene esta escena? ¿Quien es?- –
-Nadie, Gorda. Es un personaje imaginario.
– Porque se parece mucho a esa colorina que te llama mucho y con la que te comunicas mucho por wasapp…
Entonces dejé inconclusa la novela. Y sigo mejor con mis series de televisión.
En una de esas me dedico a escribir el libreto para una telenovela y se la vendo a un canal. Se podría llamar algo así como “Nanito”. Porque si usted creía que los dramones se daban solo en los barrios populares, está equivocado. También de la Plaza Italia para arriba . Y este da como para cinco meses de cuarentena bien llorados.
Aunque en una de esas la censuran, porque tendría abusos sexuales, ataque con cuchilla, disparos, drogas, carreras clandestinas y otros ingredientes.
O para el horario de trasnoche tal vez.
– Ni se te ocurra – salta la Gorda, cuando lo sabe.
– Dale nomas papá – interviene mi hija menor, que ya me ve en la tele y de invitado en un matinal.
Bueno, mientras tanto esta noche me voy a entretener viendo una telenovela albanesa que me recomendó un amigo y en una de esas luego siga con otra de la India donde la industria de cine y televisión están muy desarrollados.
Desde la cocina escucho las advertencias de la Gorda:
– Que no lo vaya a pillar yo escribiendo leseras…
¿Y ahora que hago? Porque yo a la Gorda le tengo mas miedo que a un piquete de milicos con armas automáticasy con la cara pintada.
Mario Banic Illanes
Escritor