El Partido Socialista (PS) y el Partido Comunista (PC), son los 2 partidos con mayor patrimonio en Chile (uno como operador bursátil y el otro como empresario inmobiliario); partidos que al mismo tiempo forman parte de la Nueva Mayoría y de un Gobierno cuyo propósito más imperioso era y sigue siendo justamente la redistribución de las rentas obtenidas del trabajo y el talento individual, porque a juicio de ellos, éstas son precisamente las causantes de la insoportable desigualdad.
Al menos yo al enterarme de esto quedé desconcertada; pues siempre nos han “vendido” una imagen de que a ellos piensan que “el capitalismo provoca y reproduce desigualdades, desempleo, distribución inequitativa de los ingresos y de los activos productivos, pobreza y marginación social”; tanto es así que dicha frase aparece en su página web en la parte de la declaración de sus principios; así que o actualizan y retiran dicha frase de su página o hacen un reconocimiento de que a lo que ellos prácticamente satanizan no es malo y abandonan de una vez el discurso hipócrita que han llevado al distinguir entre los “buenos” que serían ellos y los “malos” que son los empresarios, los empleadores y en general, todo el que no piense o actúe como ellos.
Quizás, tras este preámbulo piensen que yo creo que es incorrecto comprar y vender acciones o que se incurre en alguna brutalidad al ansiar o el querer aumentar el patrimonio propio, buscando las mejores oportunidades de inversión dentro del marco legal y la verdad es que no; no creo que sea incorrecto el vender y comprar acciones o el intentar aumentar las rentas obtenidas del trabajo y el talento individual, buscando las mejores oportunidades de inversión. El problema que me genera ésta situación no es la administración del patrimonio ni el sorprendente resultado del PS en la Bolsa. Sino que me genera un reproche eminentemente moral; pues son partidos que se han fundado su acción política en un discurso en donde se ha criminalizado el capitalismo y en consecuencia durante décadas en todas partes del mundo han intentado bloquear la iniciativa privada y la acción natural del mercado; teniendo por desgracia en algunos lugares éxito. Además de darse de regentes de la moral en donde al referirse al “1% más rico” lo hagan con repugnancia y ellos precisamente terminen siendo parte de ésta “elite”; esto es francamente inaceptable, esto es lo verdaderamente repugnante.
Y lo que es simplemente inaceptable, es que el PS invirtiera en empresas reguladas, (sanitarias, eléctricas, etc.) todas sujetas a leyes que el PS ha votado en el Congreso y en las cuales precisamente no sólo tiene intereses económicos; sino que es donde tenía y tiene amplias facultades de fiscalización, lo que es tener por lo tanto, a todas luces, conflictos de interés, lo que en lenguaje corriente se entendería como ser “juez y parte”.
Pero a decir verdad ¿qué se puede esperar de un partido que integra un Gobierno que perdió el pudor y que está dedicado a fabricar verdades a medias?, pues a mi forma de ver nada bueno. Al parecer han hecho más que suyas las palabras de Joseph Goebbels, que decía: “miente, miente, miente que algo quedará cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá” o también la frase de “una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad” y esto pareciera ser el pensar de algunos integrantes de la Nueva Mayoría al proclamar no sólo desde la sede de sus partidos, sino desde el mismísimo patio de La Moneda e incluso de difundirlas a través de las cuentas institucionales en las redes sociales, mentiras tan aberrantes que el sólo nombrarlas indignaría a cualquiera no sólo por el hecho de mentirle a la ciudadanía tan descaradamente sino, por el grave daño a la institucionalidad, a la dignidad de la función pública que están causando.
Susana Verdugo Baraona.
