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Respeto: Un valor fundamental para todos

La no discriminación depende, no de leyes ni decretos, sino lo que nos enseñan las familias y de un cambio de mentalidad basado en el sentido común de reconocer al otro como ser humano, con los mismos derechos y deberes. Aquí no hay ni raza blanca ni  raza negra. Existe una sola y es la Raza Humana. 

Escena N° 1:   07:55 hrs aprox. Pasando  frente a una iglesia. Una mamá lleva a su hijo de la mano. El hijo, pequeño, de uniforme,  llora pues  al parecer no quiere ir al colegio. (Colegio Particular) La madre lo toma  del brazo un poco más fuerte para que su hijo la mire. Él sube la mirada y ella le dice :  “si no dejas de llorar te llevaré a la escuela  del frente, ahí van los flaites y los flojos”(Colegio Municipal) . Cito textual

Escena N°2 : Consultorio.  Personas esperando un turno de atención. Una de ellas es una embarazada, evidentemente extranjera.  Una señora le pasó su número de atención y le dijo : “Pase usted primero” . Un señor  que apuntaba canas, de quienes esperaban el turno , indignado respondió: “¿¡Y por qué  hace pasar a esa gente  primero!? ¡Ya está bueno que vengan a quitarnos el trabajo y ahora nos quitan la salud! ” (cito textual). La joven embarazada , avergonzada y sin entender mucho, le devolvió el papelito de número de turno a la señora. La señora insistió, pero la joven no quiso más problemas.

En  el primer caso  la discriminación evidente funciona como mecanismo psicológico de persuasión y de paso, se trasmite como un  agente patógeno  que queda en el ADN de ese pequeño, asegurando la continuidad del apartheid socioeducativo con el que se nutre y alimenta nuestra  sociedad. Esta segregación se exacerba cada vez más, se aferra como un  anquilostoma en nuestras costumbres de tal manera que  se enseña desde temprana edad y se vivencia incluso desde los docentes que trabajan en colegios públicos pero que educan a sus hijos en colegios particulares. Además  es muy difícil de cambiar pues se nos ha hecho tan natural que no me extrañaría que la “retroexcavadora” que ya está funcionando sin miramientos, termine por  cambiar o abolir la Ley de Inclusión que precisamente va en la dirección opuesta a este apartheid educativo al cual me refiero.

En el segundo caso, de la misma gravedad y quizás peor,  se evidencia la discriminación desde la más  profunda ignorancia arraigada en un chovinismo anacrónico y  macuico, en una xenofobia recalcitrante producto de habernos hecho creer “los ingleses” de no sé dónde.  De manera casi natural  discriminábamos a los pueblos originarios (incluso ahora se les tilda de  “terroristas”) o a quien tuviese algún rasgo de aquellos. Llamábamos  “indio/a”,  “negro/a”,  “cholo/a” como si fuera un denuesto de lo más cotidiano, a quienes habiendo decidido, por diferentes motivos, convertir  a Chile en su segunda patria. Nunca entendimos que somos los demás de los demás, es decir,  miles de chilenos emigran a otros países e imagino que no quieren o no hubiesen querido sentirse discriminados. Pero la exopatía es natural y ponernos en el lugar del otro es muy difícil. I El INDH  en el estudio  “Manifestaciones de discriminación racial en Chile: un estudio de percepciones” (2017) muestra varios  datos relevantes:

“(…) un tercio de la población piensa que la mayoría o gran parte de los chilenos considera ser “más blanco que otras personas de países latinoamericanos”.

El  71,3% se muestra de acuerdo con la afirmación “Con la llegada de inmigrantes a Chile hay mayor mezcla de razas”. (¡RAZAS! EXISTE SOLO UNA RAZA, LA HUMANA! Y esto hasta en los medios de comunicación se advierte diariamente  :”joven de raza negra, persona de raza negra hizo esto o aquello”. UNA VERGÜENZA). 

“(…) a caracterización de las personas migrantes como más “sucias” que la población chilena, si bien es transversal, se acentúa en las personas mayores (20,2%), y en la macrozona norte (17,3%) y en la región metropolitana (24,7%)

(..) más de un tercio de la población piensa que la mayoría o gran parte de los chilenos considera ser “más desarrollados que otros pueblos de Latinoamérica”, opinión que se acentúa en la macrozona centro (44,2%) y en la región metropolitana (40,8%).

(…)la idea de que “somos mejores porque migramos menos”, que alcanza un 23,7% a nivel nacional pero aumenta de manera significativa en la zona centro del país (54%).

Los casos descritos al inicio  no son aislados y ocurren más seguido de lo que imaginamos. Ambas situaciones ocurren por  la chayotada de creernos de alguna manera superiores al resto por una condición , lo más probable, efímera y circunstancial, como es por ejemplo, ser apoderado de un colegio particular o que la pigmentación de  la piel sea diferente. Y ocurre pues Chile ha cambiado  y Ovalle ha cambiado.

Según  la PDI, la inmigración, por ejemplo, de ciudadanos haitianos  durante el 2017 aumentó un 114 %. En Ovalle  obviamente la población de inmigrantes también ha aumentado, pero ¿estamos preparados para recibir al otro como uno más, como un hermano, como un ciudadano con los mismos derechos y deberes?  

¿Quién se ocupa de velar por las condiciones en que puedan estar en una casa habitación?

¿Quién  regula los contratos de trabajo  ficticios con los cuales se “aseguran” una estadía más prolongada?

¿ Los sueldos son los mismos que se les paga a los ciudadanos chilenos o en eso también hay discriminación y abuso?

¿Discriminamos en Ovalle por  la nacionalidad, la pigmentación de la  piel  o los mitos urbanos  trasnochados que se tejen alrededor de la inmigración? 

La no discriminación, el respeto hacia el otro/a  se enseña, se educa, se fortalece y se manifiesta en pequeños actos donde cada uno de nosotros  es  un agente principal del cambio. Es  hora de dejar atrás  nacionalismos  ridículos y sobrevalorados; es  hora de aceptar al otro/a de manera empática; es hora de preocuparnos y ocuparnos de la discriminación  a todo nivel más allá de una ley o un decreto, sino a través de un cambio profundo de mentalidad, de  humanismo y el sentido común que se nos extravió en alguna parte del seudo desarrollo..-

P.S. En el caso de la señora con su hijo, hablé ahí mismo con ella sobre lo que estaba haciendo y se deshizo en disculpas. En el caso del señor del Consultorio, varios de quienes estábamos ahí hablamos con él y no reconoció su error.

K Ardiles Irarrázabal

OvalleHoy.cl