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Sentada en el suelo y con una sonrisa artesana le dobla la mano al destino

Admira a los transeúntes su habilidad para trabajar con sus prótesis.

No obstante que en una explosión hace seis años perdió ambos brazos, ayudada de unas prótesis y una fuerza mental increíble, ella trabaja en la calle fabricando flores de plástico para ofrecerlas al público.

A Marta Villagrán se la puede encontrar casi a diario sentada en el piso del paseo peatonal, a pocos metros de la alameda de Ovalle, con una caja y un letrero en el que pide ayuda a los transeúntes, los que pasan y depositan una moneda en ella.

A cambio ella entrega, en especial a los niños, una pequeña flor de goma eva de distintos colores, atada a un palito. Y una sonrisa.

Marta, tiene 36 años, y vive con su pareja  (cuidador de vehículos en la alameda) en la ribera del río Limarí.

Ella es orginaria de la Tercera Región, donde residió hasta la fecha del accidente en el que perdió sus brazos y le cambió radicalmente la vida.

Eso ocurrió hace seis años en Vallenar, el 9 de febrero, cuando se había separado de su anterior pareja. Hasta el día que este le anunció que iría a su casa para dejarle la pensión alimenticia de los hijos que tenían en común. “Cuando llegó no me di cuenta que él tenía amarrados al pecho unos cartuchos de dinamita. Él era manipulador de explosivos. Y los hizo estallar”, nos cuenta.

Ella salvó la vida milagrosamente aunque con severas lesiones, que la obligaron a reinventarse.

Con prótesis en ambos brazos, no sólo aprendió a utilizarlas con notable habilidad, sino que aprendió un oficio: la artesanía. “Fue hace un año. Me costó pero aprendí “, nos dice sin dejar de trabajar mientras conversa.

“Es que no quiero estar en la calle pidiendo plata, no me gusta eso. Quiero entregar algo a cambio, y son estas flores”, agrega sin perder la sonrisa.

Y mientras conversamos, numerosas personas que la observan admirados se acercan para depositar monedas en la caja. Lo que ella agradece con amabilidad. “Gracias mi niño, gracias reina”, y una sonrisa.
Cuando le preguntamos si podemos fotografiarla dice “Pero espere un poco… mire que ¡estoy tan chascona!”, sonriendo con coquetería mientras se arrega el cabello.

Es el caso excepcional de una mujer que no obstante su grave problema, trata de torcerle la mano al destino… con una flor y una sonrisa.

M.B.I.

OvalleHoy.cl