Para cualquier científico es aberrante contaminar (lumínicamente o el polvo en suspensión, entre otros), para seguir investigando a través de los cielos privilegiados.
No es asunto del azar la instalación de la observación astronómica en el Valle de Elqui. Esto queda refrendado al revisar las declaraciones del científico Dr. Jorge Stock, mandatado por el consorcio de la Asociación de Universidades para la Investigación Astronómica (AURA). Revisando documentos y la prensa de los años 1955-65, se informaba que desde 1959 se estaba investigando las condiciones de visibilidad astronómica en todo el planeta y optaron por Chile y la Región de Coquimbo (Cerro Tololo) y Atacama (Cerro Peineta), antes que otros continentes por diversos factores primordiales. De allí, que se compraron los terrenos de la estancia “El Totoral” a la familia de don Juan Orrego, la que se materializó en la Notaría de Elqui de don Guillermo Vega, “para instalar allí el observatorio más grande del mundo”(Revista VEA,N°1244 del 28/11/1963.). El proyecto del centro científico contempla una inversión de 2 millones 500 mil dólares en los tres primeros años, para estar funcionando en los primeros meses de 1965 (presupuesto que se tuvo que aumentar).
En aquel entonces la investigación era acuciante, trascendental, igual que ahora, ya que pensaban a largo plazo en la preservación del planeta y la humanidad. Sí en esa época la contradicción para la ciencia era la de investigar y saber, hoy en día, con más conocimiento sigue siendo la misma. Ahora más que nunca es necesario investigar científicamente. Recordemos lo manifestado por Myriam Gómez, Directora de Fundación Imagen de Chile “(…) el potencial de nuestro territorio para la astronomía y los múltiples descubrimientos que se han producido desde suelos chilenos, nos están proyectando con fuerza en el extranjero, impactando directa y favorablemente nuestra imagen país” (Emol.com,25/04/2017).
Por ello, nos imaginamos que para cualquier científico es aberrante contaminar (lumínicamente o el polvo en suspensión, entre otros), para seguir investigando a través de los cielos privilegiados. Nos alegra que se avance en las normativas al respecto, a pesar que tímidamente se han ido cumpliendo.
Esperamos que la investigación del universo no se vea truncada por políticas públicas mal concebidas e inarmónicas. Se vuelve necesario considerar que en la misma región es posible llevar a cabo ambas tareas, sin que ello afecte la una a la otra. Por eso, insistimos que hay que habilitar el Paso Fronterizo por la Provincia del Limari, junto a un nuevo puerto en la zona sur de la región, como hace tiempo lo hemos propuesto.
Octavio Álvarez Campos
Profesor de Historia y Geografía
