InicioActualidadCrónica58 años manteniendo el oficio de zapatero en Ovalle

58 años manteniendo el oficio de zapatero en Ovalle

En pleno centro de Ovalle un local pareciera haber quedado detenido en el tiempo.

Calle Arauco #323 en Ovalle, el olor a cuero y pegamento trasciende desde el local a la vereda.  La reparadora de calzados que ahí se encuentra lleva cerca de 58 años en el mismo sitio y con el mismo servicio. A pesar de los cambios en los materiales y tecnología, el antiguo oficio de zapatero se mantiene como detenido en el tiempo.

En 1980 Juan Luis Albanez Vergara recibió de manos de su padrino Lizardo Aguilar, el taller de reparación de calzado. Aprendió el oficio y desde entonces no ha cesado en trabajarlo. Con casi 60 años de existencia, el local ha perdurado con uno de los trabajos que ha desaparecido con el correr de las décadas: el zapatero o reparador de calzados.

Antiguas máquinas adquiridas en los 70, cosedoras marca “singer”, extintas ya todas, no existen en el mercado nuevas máquinas como estas. El pequeño local es una cápsula del tiempo donde se trabaja a mano pegando, zurciendo, gastando, puliendo y renovando.

Esta máquina sigue vigente desde 1970

“Nos hemos mantenido en este oficio a pesar del paso del tiempo y de la competencia de los zapatos chinos o desechables. Si antes teníamos un margen de ganancia de un 30 o 40 por ciento hoy es de un 15, pero de una u otra manera nos las arreglamos para mantenernos y perdurar” cuenta Juan Albanez que es el actual dueño del local hace 38 años y cuyo hijo heredó la tradición de zapatero.

Actualmente cuatro personas trabajan permanentemente en las reparaciones de calzado de la zapatería ubicada en calle Arauco #323, oficio antiguo y que es sustento de familias completas. Un 20% de los usuarios de la reparadora son varones, mientras que el 80% son mujeres.

“Hemos tenido que modernizarnos de acuerdo a los nuevos tiempos, porque antes se trabajaba lo que era suelo y goma. Pero,  hoy se trabaja el pvc, el poliuretano y los pegamentos son diferentes igual que la forma de trabajarlos que no es la misma.” Cuenta Albanez, que además agrega “mantener el oficio ha sido un poco difícil porque ahora no hay gente que se incentive en aprender. La juventud no quiere. La actividad manual es la que se va perdiendo quizás para siempre.”

Cientos de zapatos esperan a sus dueños.

Cientos y cientos de zapatos han quedado juntando polvo en las estanterías del taller esperando en vano que vuelvan sus dueños y dueñas a buscarlos. Cosa que no ocurre, como muestra clara del cambio de generación que ya no necesita los viejos zapatos cosidos. En invierno estos zapatos reparados y despreciados por sus usuarios son regalados a los damnificados por las lluvias de la gente del taller.

Por: Ignacio Zuleta Pereira.

OvalleHoy.cl