Usted habrá escuchado a ese pintoresco vendedor que expende su producto en el paseo peatonal, ofreciéndolo a los transeúntes: “parche curita a cien, parche curita a cien”.
Y no le va mal, porque un “parche curita” en cualquier momento puede salvar una situación de emergencia en el hogar: la dueña de casa que se quemó con la sartén, el padre que se cortó con un serrucho, el niño que se cayó del columpio en el patio y se peló una rodilla. ¡Ahí está el “parche curita” salvando la situación.
La técnica al parecer la han imitado los encargados de mantener en buen estado las calles del centro de la ciudad, pues un socavón en plena esquina de Vicuña Mackenna y Carmen (tan profundo que en él podían caber hasta los 33 de la fama) que durante largas semanas permaneció abierto, finalmente alguien descubrió que era posible dar solución al problema con unos artesanales y prácticos sacos de arena. Es decir, como un “parche curita”, pero un poco mas elaborado.
No es por nada…. ¿pero no será mejor hacerlo a la antigua y echarle cemento?
