La jornada vivida en el estadio Diaguitas y convocada por los ex jugadores de Club de Deportes Ovalle para concurrir en ayuda de Hugo Tabilo, afectado por el incendio de su vivienda en Calama, fue una fiesta social, solidaria y deportiva.
En la oportunidad, además de rendir un homenaje al ex crack de del CDO, Cobreloa y la Selección Chilena, los jugadores locales aprovecharon de entregar reconocimientos a otras personas vinculadas en el pasado con el club verde: el entrenador Sergio Recabarren (Don Sergio) quien contribuyó a la formación de muchos de los cracks que esa noche estuvieron en la cancha.
Pero además, uno muy especial a Pabla Castillo, la emblemática secretaria administrativa del club local. La querida Pablita, como la conocían todos, y quien siempre estaba en la sede de calle Arauco para atender con una sonrisa a quienes llegaban , las inquietudes de los “niños” (los jugadores) o los requerimientos de la prensa en las vísperas de los partidos.
Durante alrededor de treinta años, por el club pasaron dirigentes, gerentes, entrenadores, jugadores, pero ella seguía ahí cada día, en las buenas y en las malas (que eran la mayoría de las veces).
El viernes cuando a Pablita los organizadores del evento le pidieron la colaboración para concurrir a ayudar en el estadio, aprovechando su experiencia, ella concurrió llena de entusiasmo. Primero en la boletería y luego para ayudar en la entrega de los recuerdos a los invitados en la cancha.
“El “Kimba” (el hijo de Rubén Gómez) me pidió después que fuera a la cancha para ayudar a la entrega de los regalos y no me llamó la atención. Eso sí me llamó la atención cuando me pidieron que me quedara”, recuerda la ex funcionaria.
Y confiesa que sintió sorpresa, primero, y una emoción enormes después, cuando el locutor anunció que le sería entregado un reconocimiento de parte de los jugadores. Y fueron nada menos que Eduardo “Mocho” Gómez, y Rubén “Nene” Gómez los encargados de entregarle un galvano recordatorio y de agradecimiento de los ex cracks y una camiseta símbolo de la jornada.
Y Pablita cada vez que lo recuerda, se emociona. “¡Cómo no me voy a emocionar don Mario!”, dice con los ojos llenos de lágrimas. Es que ella estuvo casi treinta años en el club, hasta que – como se suele decir, recibió el pago de Chile – fue desvinculada sin recibir un peso de indemnización.
Pero eso el viernes no importó, porque ella ahora sabe que los jugadores (“los niños, como ella les dice) aún se acuerdan de ella y la quieren.
M.B.I.
