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De febriles 36 grados del verano ovallino a 40 días en el viejo mundo (1)

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En las instalaciones del Manchester United.

Nunca me imaginé que alguna vez podría saltar el Atlántico y encontrarme de repente viajando por seis países de la lejana Europa.

Participé en un perfeccionamiento académico, motivado por el interés de expandir mis conocimientos del idioma Inglés y de ampliar la oferta educativa en el establecimiento en que trabajo. Así, en compañía de otros estudiantes y docentes chilenos, llegué a Inglaterra a principios de enero de 2015, cambiando los febriles 36 grados del verano ovallino por las gélidas calles y autopistas inglesas.

Fueron 3 semanas intensivas de clases en que un grupo de maestros formados en Cambridge intentaba retocar mi rudimentario Inglés, al tiempo que disfrutaba de una cómoda estadía en Harrow House, Swanage, a orillas del Canal de La Mancha.

Desde el comienzo nos sorprenden  con un modo de vida bien organizado, casas sin protecciones en las ventanas ni altas rejas de antejardín, vehículos estacionados sin alarmas ni traba-volantes; cash-machines que funcionan y dispensan dinero cada vez que uno lo requiere y pavimentos que escurren perfectamente el agua, no obstante las profusas precipitaciones. De este modo vamos comprendiendo cómo nos llevan delantera en el desarrollo social y cultural.

Lo otro que llama poderosamente la atención es cómo los ingleses, y  los europeos en general,  respetan, cuidan y aprovechan su entorno natural y su patrimonio histórico. Y, ¡claro! representa uno de sus principales ingresos económicos: el del turismo. Desde mi arribo pude fijarme en la disposición y estricto uso de los específicos depósitos de desechos, en calles, restaurantes y edificios de las diversas ciudades que visité. Londres, Oxford, Manchester, Edimburgo, Liverpool exhiben calles limpias e iluminadas. Todas conservan sus definidos y ancestrales estilos arquitectónicos, lo que las hace más atractivas al visitante.

El alto estándar de vida de los ingleses refleja un avanzado desarrollo económico del insular país, en que se ha sabido aprovechar cada recurso a su alcance. Impresiona la mística que cada ciudad confiere a sus personajes o eventos típicos. Así, visité una verdadera ciudadela en las instalaciones del Manchester United, estadio, museo, café y gran tienda; una antigua fortaleza, posterior cárcel, lugar de tortura y actual centro turístico: el Castillo de Oxford; también la pequeña y apacible ciudad de Bath, donde está la  única fuente de aguas termales de la Gran Bretaña e histórico “SPA” de los emperadores y poderosos de la antigua Roma; Salisbury, urbe sustentadora del misterioso templo prehistórico de Stonehenge, así como la región de las Highlands en Escocia donde se levanta el monumento a su héroe nacional William Wallace, que, entre paréntesis, no se parece para nada al Mel Gibson de Corazón Valiente.

Londres es página aparte con su portentoso Buckingham, su London Eye a orillas del Támesis legendario y  el complejo enclave que alberga el Parlamento, el Big Ben, Palacio y Abadía de Westminster.

Estuve unos minutos perdido al hacer shopping en el centro de Londres, pero no tardé mucho en ubicarme gracias a la efectividad de los mapas dispuestos en cada esquina, a la gentileza de los ciudadanos a quienes recurrí y a algunos progresos que había hecho de mi Inglés incipiente.

Los ingleses muestran a cada paso que damos su personalidad tan propia. Han defendido obstinadamente la circulación de su propia moneda, la “pound” (libra esterlina) que se mantiene firme frente a las fluctuaciones del dólar y del euro. Los automovilistas que se aventuran en sus carreteras y avenidas deberán adaptarse y conducir sus vehículos por la pista izquierda, regla asociada a la disposición del volante a la derecha como en ninguna otra parte del mundo. Y su idioma el cual han logrado imponer como lengua universal. En todo el orbe se leen letreros y avisos en la lengua nativa y luego en Inglés. En el Reino Unido, sólo en Inglés.

Un chileno, sin embargo es, por lo general, afectuosamente acogido por aquellos anfitriones. Al responder “CHILE” al consabido “Where’re you from?, muchas veces los escuché prorrumpir: OH, YES!, ALEXIS SÁNCHEZ, ALEXIS SÁNCHEZ!!

(Continuará, si se puede)

Sergio Rojas Carmona  

(Profesor, Jefe de UTP, Colegio Padre Joseph Stegmeier
Sotaquí, Ovalle)

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OvalleHoy.cl